11/12/2022

Urge un buen sistema de salud

Escrito por María del Carmen Aceña

Guatemala, 12 de diciembre del 2022

Cuando inició la pandemia del COVID-19 en el año 2020 el desafío más grande en Guatemala era el sistema de salud (sector público, IGSS y sector privado). Quedó claramente al descubierto que el gobierno contaba con muy poca infraestructura, medicinas, suministros, personal y agilidad para responder. El Ministerio de Salud, no estaba para nada preparado para afrontar esta enfermedad. Al ser un nuevo gobierno y el presidente médico, se pensó que en esta oportunidad podría haber un cambio. Sin embargo, a casi tres años de completar su período, el sistema de salud sigue grave.

Hace unos seis meses una persona cercana de escasos recursos tuvo un cólico muy severo. Inicialmente fue a un laboratorio que tiene acceso por un servicio prepagado. Al ser trabajadora independiente no tiene IGSS, así que ante los resultados consultó un médico privado. Después de realizarle “una batería de exámenes” le diagnosticaron piedras en la vesícula. Le dieron tratamiento, le proporcionaron al menos un tercio de las medicinas, sin embargo, tuvo que aportar el resto. De casi todos es conocido que las medicinas en Guatemala son muy caras, al igual que los servicios privados, lo que le implicó gastar alrededor de Q4,000.

Al seguir al pie de la letra lo que el doctor le indicó, en la última cita comentó que ya estaba en condiciones para operarse. Averiguó cuánto podía costar una operación de ese tipo en el sector privado, y no pudo costearlo, a pesar de que se le ofreció ayuda económica, ella optó por lo público, sin imaginarse la odisea que iba vivir. Referida por una doctora se acercó al Hospital Nacional Pedro De Bethancourt de Antigua.

Coincidentemente hace muchos años (1992-1993) con un equipo conformado por la Organización Panamericana de la Salud trabajamos el traslado del hospital de las viejas instalaciones a la Aldea San Felipe de Jesús. En aquél entonces el edificio y los equipos eran muy modernos y en general los médicos y enfermeras eran atentos y comprometidos con su misión: la salud de la gente. Estaban alegres de contar con todo nuevo y se diseñó una estrategia para transformar la cultura orientada al servicio del paciente.

Penosamente su experiencia de ella fue muy mala. La primera vez fue para que le dieran un carné para registrarse y luego otro día le dieron la cita con una doctora, quién después de leer todos sus exámenes le dijo que posiblemente había un espacio en enero para la operación. Sin embargo, previo debiera hacerse otros exámenes, consultar a otro doctor del mismo hospital y llevar cinco personas que donaran sangre. Lo patético fue que le dieron la cita de los exámenes para el 15 de diciembre y la cita con el doctor el 9, lo cual no tenía sentido. Se logró arreglar que le hicieran los exámenes el 8, y el 9 la atendiera el doctor. Tuvo que llegar a las 4:30 am para que le dieran turno y esperar varias horas fuera y dentro del hospital con mucho frío. Tenía que ir en ayunas para el examen de sangre, el cual se lo hicieron de primero; sin embargo, antes de irse después de desayunar y hacerse los otros exámenes, le dijeron que tenían que repetirlo porque se había coagulado la sangre. La mayoría de las enfermeras fueron toscas, poco cordiales y regañonas. A una de ellas le tuvo que recordar que son empleados públicos y están al servicio de los ciudadanos quienes con sus impuestos aportan sus salarios.

Al día siguiente la atendió un doctor quien le dijo textualmente: “Usted tiene pocas piedras, mi mamá tiene 30 y no se ha operado. Usted no tiene nada. Su diagnóstico es de un ginecólogo, no de un especialista. Por el momento a usted no la vamos a operar en este hospital, al final yo soy quien da la orden. Todos los días atendemos 200 casos similares al suyo. Quítese todas las medicinas que le dio el ginecólogo y tome ésta que le pongo en la receta… cómprela en una farmacia, porque acá no hay.” Inmediatamente de este desagradable episodio, optó por la consulta externa de otro hospital perteneciente a las Obras Sociales del Santo Hermano Pedro donde la recibieron con mucha bondad, dándole información de costos, cómo funcionaban las citas y cuándo tendría la posibilidad de la operación. Al final me dijo, aunque pague un poco, mejor, porque lo público no funciona. Lo peor fue que después de este recorrido engorroso, resultó positiva de COVID.

El caso anterior se repite una y otra vez. El CIEN ha realizado varios estudios del sistema de salud en Guatemala. Su principal desafío es que el Ministerio es débil y no cumple con su papel de rector de la salud. Otro la frecuente rotación del personal de alto nivel, personajes que vienen casi siempre acompañados de nuevas prioridades y un rechazo de las anteriores, comenzando prácticamente desde cero. Además, no se cuenta con la calidad, ni cantidad de recurso humano necesario para afrontar los restos asociados a la población que deben atender. La entrega de servicios de salud está segmentada y fragmentada – la población prefiere los servicios de salud ancestrales ya que el servicio público está a largas distancias y no hay certeza de ser atendidos. Es de señalar que el sistema de salud guatemalteco está fundamentalmente respaldado por el gasto de bolsillo. Los hogares financian con sus propios recursos y de forma directa el 52.2% del gasto en salud y lamentablemente hay falta de protección financiera (seguros médicos, públicos o privados) que lleva a muchos hogares una proporción catastrófica de su ingreso en salud, llevándolos o manteniéndolos en pobreza.

¿Cómo mejorar? Definitivamente se requiere un abordaje sistémico para lograr resultados para la población. Es necesario establecer un nuevo modelo con un diseño novedoso y desarrollar a detalle una ruta crítica que indique cómo avanzar hacia su implementación. Es definitivo que el nuevo modelo de gestión debe orientarse a resultados, tomando en cuenta una mejor administración del recurso humano, el mantenimiento y la ampliación de infraestructura y la compra de insumos y medicamentos. Debe incluir un mínimo de servicios a los que toda la población puede tener acceso e ir buscando estrategias de financiamiento para proteger a los más vulnerables. También deben llevar buenas estadísticas, contar con análisis de datos, los registros médicos y de laboratorio de cada paciente pueden digitalizarse y compartirse entre instituciones y utilizar la telemedicina. Involucrar al ciudadano y definir los modelos de gestión, financiamiento y de atención sería una gran innovación.

Ahora que los salubristas integrantes del Sindicato Nacional de Empleados del Hospital General San Juan de Dios están efectuando manifestaciones y bloqueos de carreteras pidiendo mejores condiciones laborales es el momento de preguntar qué piensan dar a cambio y cómo se evaluará su desempeño en caso exista un aumento. Es de recordarles que son servidores públicos y su prioridad debe ser la salud de los guatemaltecos. ¿Qué opina del sistema de salud en Guatemala? ¿En qué institución pública de salud ha recibido una buena atención? ¿Cuánto gasta su familia en salud mensualmente?

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