15/01/2019

Tercer Informe de Gobierno

Guatemala 16 de enero del 2019

 

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Hacer una valoración crítica detallada de este informe requeriría mucho más espacio del que se tiene disponible. Es muy probable que cada una de las cifras a las que hizo referencia sean exactas; los logros que recalcó en su discurso efectivamente se hayan logrado, y; los avances que destacó efectivamente ocurrieron. Ahora bien, una cosa es alcanzar determinado nivel en la provisión de un insumo, entregar satisfactoriamente un producto o completar una actividad, otra muy distinta es que cada uno de estos elementos contribuyan a provocar un cambio significativo en las condiciones de vida de los beneficiarios. Mucho menos que dicho cambio en las condiciones de vida, suponiendo que haya ocurrido, se haya alcanzado de la forma más costo-efectiva posible.

En ausencia de este tipo de análisis, de poco o nada sirve analizar el discurso presidencial, salvo que el ejercicio se centre en destacar las inconsistencias dentro del mismo, el grado de exactitud de las afirmaciones, la estructura retórica o los mensajes entre líneas del mismo.

Si se quiere que este ejercicio vaya más allá de ser un puro acto simbólico, que funcione de verdad como un mecanismo de rendición de cuentas al más alto nivel, sería necesario juzgar la gestión de cualquier administración a la luz de los resultados que planificó alcanzar. En ese sentido, basta con recordar que, según información oficial, de los más de Q77 millardos de gastos del presupuesto público para 2018 solamente unos Q4.5 millardos se destinaron a financiar los Resultados Estratégicos del gobierno, dentro de los cuales destacan cuestiones como la reducción en la desnutrición crónica, mortalidad infantil, mortalidad materna e índices delictivos, así como mejoras en la cobertura de educación primaria y preprimaria, tasa de finalización de la primaria y niveles de competitividad del país, entre otros. Es decir que del cien por ciento de recursos con los que contó el Ejecutivo durante 2018, solamente dedicó un 5.8 por ciento de ese monto al financiamiento de los resultados que el gobierno consideraba más importantes. ¿En qué se utilizó el dinero restante? ¿Acaso no deberían utilizarse los recursos públicos para financiar lo más importante? Además, habría que determinar si estos limitados recursos se utilizaron en actividades, tareas y productos que efectivamente mejoraron lass condiciones de vida de la población, así como evaluar qué tan bien establecidas las prioridades del accionar gubernamental; de nada sirve tener buena puntería, adecuado rifle de caza, munición adecuada y muchas aves en el cielo si todo se resume a “gastar pólvora en zanates”. Si bien mucho de lo que dijo el presidente Morales sonaba bien, la evidencia demuestra que las bases sobre las cuales se fundamenta su gestión son más débiles de lo que su informe revela.

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