23/11/2021

Si vas para Chile…

Escrito por: Hugo Maúl Rivas

Guatemala, 23 de noviembre del 2021

Sin espacio para la moderación. Blanco o negro. No hay tonos de gris. Los resultados de la elección chilena del pasado domingo demuestran nítidamente lo anterior: los candidatos de la extrema derecha y de la extrema izquierda capturaron la mayoría de los votos emitidos en la justa electoral. Por un lado, José Antonio Kast, a quien los grupos más radicales de izquierda consideran una especie de Bolsonaro del Pacífico, fascista, ultraderechista y ultraliberal, resultó ser el candidato más votado. Por el otro lado, Gabriel Boric, a quien los grupos de derecha ven como un Chávez austral, se le asocia con el castrismo, la izquierda radical española y el más extremo radicalismo antiliberal, resultó ser el segundo candidato más votado. Entre ambos reúnen casi el 55 por ciento de los votos emitidos; poco o nada quedó de los partidos de centroizquierda y derecha que gobernaron Chile durante las últimas tres décadas. Partidos que, con todos sus errores y aciertos, lograron conjugar los principios de una economía libre con los de la solidaridad social y, para los estándares de la región, alcanzaron en materia social y económica resultados que el resto de los países siguen buscando afanosamente.

No es casualidad que el mantra de Boric sea que “si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Tampoco es casualidad que Kast haya hecho suyas radicales posturas que niegan importantes avances sociales que ha logrado aquel país. Lo más grave de todo es que este parece ser el camino que cada vez más escogen las sociedades modernas. Lo que sucede en la política estadounidense es el mejor ejemplo de ello; la división entre las principales facciones en contienda parece insalvable en la mayoría de los aspectos. Con sus propios matices, el mismo tipo fenómeno se repite cada vez más frecuentemente en la región latinoamericana. Los resultados de la reciente elección chilena son un ejemplo más de ello. El “modelo chileno” de los últimos 30 años, ciertamente, perfecto no fue, pero por mucho resultó mucho más exitoso que el resto de los experimentos que se intentaron durante esa época en la región. Sin embargo, convencidos ambos de que la planificación del orden social puede perfeccionarse al extremo, están dispuestos a echar por la borda algunos de los principios que explican el éxito económico chileno. Por el bien de la sociedad chilena, y por el de la región, hay que esperar que la moderación, la cabeza fría y los buenos corazones puedan más que el radicalismo ideológico. Como diría J.C. Scott, en su famoso libro Seeing Like a State, los peligros más grandes para el bienestar humano se esconden en proyectos políticos “impulsados por planes utópicos y el desprecio autoritario por los valores, deseos y objeciones de los ciudadanos”, sin importar si estos se denominan de izquierdas o de derechas.

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