06/09/2022

¿Se salvo o se Jodió Chile?

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Guatemala, 06 de septiembre del 2022

Depende del color del cristal con que se mire. Para los extremistas de derecha, la aplastante derrota del Apruebo en el plebiscito chileno significa que Chile está a del castro-chavismo o el Socialismo del Siglo XXI. Para los extremistas de izquierda, el amplio margen de victoria del Rechazo en el referido plebiscito condena a Chile al oscurantismo de derecha. La verdad es que “ni revivió Pinochet”, como dijera Petro en un desatinado comentario en redes sociales, ni “Pinochet resucitó de entre los muertos”, como han querido hacer ver otros. Tales interpretaciones extremistas solo pueden entenderse en función del paradigma apocalíptico-redencionista que ambos extremos tienen en común. Apocalíptico en el sentido de si no es con nosotros, de acuerdo a nuestra forma de interpretar el mundo y siguiendo nuestros medios, la sociedad está condenada a la pobreza, injusticia, violencia y marginación. Redencionista en el sentido que solo por medio de nosotros es posible alcanzar la armonía total, el fin de la violencia y la opresión y la justicia. No sorprende, pues, que para la extrema izquierda el rechazo a esta reforma, que ampliaban los derechos sociales, reconocían la conformación plurinacional y abordaban temas espinozos como el derecho al aborto, constituya un giro inexorable hacia la debacle de la sociedad chilena. Tampoco sorprende que para la derecha extrema, el Rechazo a la constitución propuesta constituya una corrección de rumbo que permitirá a Chile encaminarse en pos de “la ciudad brillante en la cima de una columna”. Sobra decir que si el resultado hubiese sido el contrario, los mensajes anteriores serían los mismos, solamente cambiaría quienes los dicen.
Lo que queda claro de este episodio es que, como decía H. Bull, antiguo profesor de la LSE, no existe “una única medida espectacular que erradique todas las dificultades de un plumazo, sino que será necesario vencer constantemente nuevas crisis y enfrentarse una y otra vez a dificultades inéditas”. Los problemas que hoy afronta el mundo es necesario abandonar la esperanza de la posibilidad de transformar el mundo de manera radical, permanente y sin incurrir en grandes costos. Se comprende bien que aceptar este tipo de realismo resulte demasiado exigente en sociedades que valoran la comodidad psicológica por encima de todo; sociedades en donde se valora más la certeza absoluta y la imposición que la duda y la búsqueda de respuestas. En la medida que reine la cabeza fría y que los chilenos reconozcan que las utopías solo han servido para que justificar la agresión, buscar otro camino, como dijo Boric, dejando atrás maximalismos, violencia e intolerancia. No existe ninguna proceso de reforma, de la ideología que sea, que misteriosamente lleve a la sociedad hacia la tierra prometida.

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