Escrito por: Veronica Spross
Guatemala, 16 de abril del 2020
Estamos ya cumpliendo un mes del inicio de la etapa de resguardo en casa y la reducción de actividades económicas, sociales, educativas y deportivas. Se está ya viendo el impacto y empieza a verse una preocupación por el futuro. Lo positivo es que se observa un alentador resultado en la contención de la epidemia del COVID-19, en comparación con el crecimiento geométrico de casos positivos o personas infectadas en otros países.
Definitivamente salvaguardar la vida es lo más importante en la estrategia de crisis, y por ello este objetivo se ha privilegiado frente al desempeño económico de varios sectores que no pueden realizar su función para contribuir en la prevención de la pandemia. Asimismo se continuó con el cese de clases para apoyar en la prevención de la salud de los más de 4 millones de estudiantes del sistema educativo, desde la preprimaria, primaria y nivel medio. Los estudiantes universitarios también están estudiando desde casa, al igual que en otros países donde la mayoría de casas de educación superior han suspendido los programas educativos presenciales.
Aunque algunos negocios y empresas pequeñas continúan su trabajo si forman parte de los sectores priorizados, muchos están imposibilitados de continuar su operación productiva, lo cual afecta la capacidad de pagar salarios a sus empleados. Se ha conocido sobre el despido de al menos 400 mil personas. Con el propósito de paliar este problema, así como otras consecuencias de la crisis, se aprobó un bono para apoyar a hogares cuyo consumo de energía eléctrica es menor a los 200 kilovatios por mes.
Además, el Gobierno ha aprobado medidas para otorgar un bono a los comerciantes informales que estén registrados en las municipalidades, por un monto de hasta 100 millones de quetzales. Según informes del presidente de la Anam, el 90 por ciento de los alcaldes no contaban con dichos listados, por lo que entregar los listados se ha convertido para ellos en un problema. Será importante que los procesos sean transparentes y se institucionalicen adecuadamente, para evitar clientelismos y pago de favores. Ahora bien, estas deben ser medidas temporales y muy puntuales.
Es necesario pensar en la reapertura de los negocios y empresas para evitar la quiebra y poder así sostener los empleos a miles de trabajadores que no pueden vivir sin un ingreso. Y, pensemos también en las actividades conexas que dan servicios a las empresas, personal de apoyo en sistemas, pequeñas empresas que apoyan con la limpieza, talleres mecánicos, los técnicos que dan servicios de mantenimiento, mensajería y muchos otros que se han quedado sin ocupación aunque no tienen un empleo fijo sino brindan servicios que se conocen como tercerizados.
Varios analistas han alertado sobre la necesidad de ir retornando paulatinamente a la actividad económica para que las pequeñas, medianas o grandes empresas puedan mantener los pagos a sus empleados y así puedan ellos generar ingresos para sostener a sus familias. Esta medida es prudente, en un horizonte de mediano y largo plazo, al haber superado con éxito la etapa de la prevención. El equilibrio entre la prevención y la reactivación económica es clave, que se pueda ir retomando la actividad productiva con las medidas de distancia social, uso de mascarillas y evitar aglomeraciones de personas deberá ser parte de la agenda nacional. Asimismo es necesario revisar la institucionalidad para eliminar obstáculos al emprendimiento y empresarialidad, características a promover y potenciar para que logremos salir adelante como ya antes lo hemos hecho ante otros hechos difíciles que hemos vivido como el terremoto, huracanes y tormentas, o la erupción del volcán de Fuego. ¡Animo, sigamos adelante!