Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 24 de noviembre del 2020
Después de todo lo sucedido durante las últimas horas es difícil saber qué suerte correrá el socialmente repudiado Presupuesto público aprobado para 2021. Centrar la batalla en el monto y distribución del Presupuesto es importante, sin embargo, desvía la atención respecto del verdadero problema del gasto público en Guatemala: su escaso impacto sobre las condiciones de vida de los guatemaltecos más necesitados. En términos de su impacto sobre el desarrollo, da lo mismo gastarse Q107 o Q90 millardos en programas y proyectos no prioritarios, poco efectivos y de dudosa calidad. Sin duda es importante preguntarse en dónde está el dinero, pero de igual o mayor importancia es preguntarse en dónde está la mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos gracias a ese gasto.
Como se dijo antes, da lo mismo cuánto se gaste en búsqueda de un determinado objetivo de desarrollo si no existe certeza alguna acerca de que puede alcanzarse el mismo. Lamentablemente, lo único que puede decirse con certeza en relación al gasto público es que el dinero se gasta; cómo dicho gasto ayuda a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos es algo que no se conoce y que casi siempre no ocurre. Superar esta incapacidad crónica para producir resultados no es algo que pueda lograrse de un momento a otro; por tanto, seguir asignando crecientes sumas al Presupuesto público no garantiza nada, salvo apoyos políticos a quienes tienen el poder y oportunidades para malos manejos para los funcionarios poco escrupulosos. Romper con la inercia que caracteriza al crecimiento en el gasto público, como mínimo, aseguraría que no se malgasten más recursos en programas y proyectos que en nada contribuyen al bienestar de los guatemaltecos. Por tanto, conformarse con reducir el monto total del Presupuesto termina siendo una victoria pírrica en el gran esquema de las cosas; así como resulta una total quimera creer que por el simple hecho de gastar más mejoraran las condiciones económicas y sociales del país.
Al final de cuentas, en el estado actual de cosas, la lucha por readecuar el Presupuesto es solamente un primer y pequeñísimo paso en el largo, empinado y tortuoso sendero que conlleva priorizar el gasto público y asegurar que el sector público tenga la capacidad para producir cambios reales en las condiciones de vida de los guatemaltecos. Sobra decir que en estos difíciles momentos este tipo de razonamientos es lo que menos quieren escuchar quienes tienen en sus manos la “papa caliente” del Presupuesto. Reducir el monto de gastos del Presupuesto aprobado es una una tarea importante y necesaria, pero que no garantiza en lo más mínimo que el monto que termine ejecutándose mejore las condiciones de vida de los guatemaltecos.