Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 05 de mayo del 2020
A pesar de Toques de Queda, medidas preventivas para evitar aglomeraciones, cierres parciales de mercados, cada vez es más grande el porcentaje de la población que ha regresado a sus ocupaciones habituales para preservar su forma de ganarse la vida. El solo hecho que Guatemala tenga la tasa más alta de informalidad laboral de América Latina impone de por sí una dinámica muy distinta para la reapertura de la economía que la que podrían experimentar países con mayores niveles de empleo y cobertura de la seguridad social. Además, aunque para algunos, en el plano discursivo, las medidas sanitarias adoptadas en Guatemala evoquen los ‘“lock-downs”’ de los países europeos, en la práctica acá tales medidas nunca llegaron a los extremos experimentados en otras latitudes en términos de un paro súbito y generalizado de la economía. A partir de estos hechos, habría que reconocer que así como países como Guatemala no tienen la capacidad económica, efectividad estatal o disponibilidad de recursos públicos para hacer frente a la pandemia al igual que los países ricos, probablemente, tampoco tendrán los medios para “reabrir” la economía siguiendo el mismo tipo de lógica que la de esos países.
Para principiar, antes de preguntar cuándo se va a reabrir la economía, habría que reconocer que, a pesar de los múltiples problemas y sectores severamente golpeados, la economía nunca se cerró del todo. El siguiente paso sería reconocer que reabrir la economía debe concebirse como un proceso gradual de adaptación a una nueva realidad social y de salud pública que demandará de todos cambios significativos. En lo que a la salud pública se refiere, la reapertura debe concebirse como un proceso gradual de liberación a las restricciones al comportamiento de las personas en función a la reducción en la cantidad de contagios; capacidad del sistema de salud de hacer frente a crisis que pudieran surgir; disponibilidad de tratamientos para combatir la enfermedad; y capacidad de proteger de forma focalizada a las poblaciones vulnerables. En el ámbito mercantil, la reapertura será un proceso de adaptación a cambios en los hábitos de consumo y/o nuevos estándares en materia sanitaria que demandaran fuertes adaptaciones de muchos sectores económicos; para muchas de ellos, incluso para algunas de las que siguen operando, “reabrir” se parecerá más a iniciar un nuevo el negocio desde cero que volver a lo que hacían antes bajo nuevas reglas de distanciamiento social e higiene. Desde esta perspectiva, más que preguntarse cuándo se va a reabrir la economía, habría que preguntarse qué condiciones mínimas tendrían que asegurarse para eliminar de forma segura y gradual las limitaciones existentes y facilitar un proceso de adaptación de la economía a una nueva realidad.