25/06/2019

Prometer menos y cumplir más

Escrito por: Hugo Maul Rivas

 

Guatemala, 25 de junio del 2019

Tan solo faltan doscientos días más para el cambio de gobierno; período crítico para el futuro económico del país. Primero, debido a las promesas electorales y la dificultad para convertirlas en realidad, segundo, en razón del estado de la cosa pública que recibirá quien resulte electo. Si ocurre como tantas otras veces en el pasado reciente, no sería raro que las promesas electorales en materia económica se multipliquen en cantidad y contenido durante la fase última de la campaña. No hay forma más segura de perder la credibilidad con la ciudadanía que no cumplir, medianamente, con lo prometido durante la campaña; aunque una gran mayoría de personas no espere mayor cosa en esta materia, esto tampoco quiere decir que se cruzarán de brazos, estoicamente aceptarán la falta de resultados y aprobarán a ojos cerrados cualquier decisión que tome el gobierno. Por otro lado, si no se toma conciencia de la debilidad estructural de la maquinaria estatal para producir los resultados, lo más seguro es el fracaso. Ante todo, reconocer que dicho estado de la maquinaria estatal no cambiará por arte de magia en los 204 días que restan al gobierno de Morales; por más larga y ordenada que sea la transición de gobierno, la nueva administración tendrá que hacer frente a una complicada situación administrativa, financiera y de control dentro del sector público que demanda primero importantes reformas en la gestión pública, atacar la corrupción de manera sistémica y asegurar un mínimo de gobernabilidad dentro de un escenario postelectoral que parece muy problemático.

Es importante que ambos candidatos y sus equipos reconozcan que no son magos y que en este tipo de menesteres tampoco existen remedios mágicos. No será muy fácil reconstruir toda la institucionalidad y capacidad de gestión que se ha destruido durante la última década. Aunque un segmento de la población espere, y necesite, cambios acelerados, recuperar la institucionalidad perdida, recobrar la confianza de ciudadanos y empresarios y reformar la administración pública tomará tiempo. Esta reconstrucción no se logrará en dos o tres trimestres: es mucha el “agua que ha pasado debajo del puente”. Es preciso que el nuevo gobierno se arme de paciencia para afrontar lo que se le viene encima. Por tal razón, en lugar de vender el “oro y el moro” durante lo que queda de campaña, bien harían en reconocer que necesitarán tiempo y un nivel mínimo de confianza por parte de la ciudadanía para lograr sus objetivos. Lo cual depende la coherencia y credibilidad con la que el nuevo gobierno pueda atacar los problemas que se le vienen encima, cuestión que, a su vez, depende de moderar las expectativas del electorado en esta última etapa. En estas circunstancias, sería mejor prometer menos y cumplir más.

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