Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 11 de enero del 2022
En la medida que va pasando el tiempo y el inusitado resultado económico del año pasado va desapareciendo del horizonte discursivo, cada vez se reconoce más la importancia de volver al punto de partida: acelerar la transformación productiva del país. Mal que bien, imperfecto como todos los de su clase, el Plan Nacional de la Innovación y el Desarrollo, presentado por el actual gobierno cuando estaba en campaña, contenía importantes elementos que hoy tienen tanta o más importancia que cuando se identificaron en su momento. Es totalmente comprensible que los primeros dos años de la actual administración hayan estado marcados por la preocupación por la pandemia; no podía ser de otra forma, dada la amenaza que esta representa y el grado de incertidumbre que ha caracterizado la evolución de la misma. Durante este tercer año de gobierno, a pesar de la llegada de ómicron a la escena mundial, es crucial enfocarse en el objetivo estratégico que inspiraba ese plan: “Propiciar el crecimiento económico y el aumento sostenible del empleo”. Más exactamente, después del crecimiento económico de 7.5 por ciento del año pasado, evitar que tal resultado termine convirtiéndose en “pura llamarada de tuzas”; esto es: propiciar condiciones que conduzcan al crecimiento sostenido de la economía a mediano y largo plazo.
Como ha sucedido con todos los partidos políticos que han salido favorecidos con el voto popular, no todo lo que este gobierno dejó plasmado en su plan durante la campaña podrá llevarse a feliz término. Al final de cuentas, siempre resultará más fácil prometer que cumplir con lo prometido. No se diga en este caso, cuando dos años de la administración estuvieron fuertemente influenciados por factores inesperados de carácter urgente. En ese sentido, todas las acciones que tienen que preservar la estabilidad macroeconómica, como bien dice el profesor Harberger, son como los consejos que los médicos acostumbran a dar para vivir sanamente: alimentarse bien, hacer ejercicio y evitar el estrés; cumplir con estos consejos no garantiza la felicidad en la vida, pero sí mantener alejados males mayores. En ese sentido, a pesar de las tentaciones electorales que puedan surgir, es importante ser extremadamente prudente en materia de gasto público y endeudamiento. En lo que respecta al resto de objetivos estratégicos, el gobierno de turno debería concentrar sus fuerzas en uno o dos de ellos. Dos años de trabajo bien enfocado podrían resultar mucho más beneficiosos para el país que cuatro años de dar bandazos de un lugar a otro, como ha sucedido a varios gobiernos en el pasado. Dadas las circunstancias, con tan solo llevar a buen puerto uno o dos de los objetivos estratégicos que contemplaba el Plan de la Innovación y el Desarrollo sería todo un éxito.