Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 03 de diciembre del 2019
La discusión pública en torno al presupuesto siempre termina en lo mismo: el nivel de gasto público actual resulta insuficiente para atender las necesidades sociales, de seguridad, justicia e infraestructura que necesita el país. Una afirmación muy socorrida que siempre termina apuntando hacia la sempiterna necesidad de aumentar la carga tributaria en el país. Aunque a simple vista la afirmación en cuestión pareciera ser totalmente cierta, no pasa de raspar la superficie del marco conceptual mínimo necesario para analizar la complejidad del problema presupuestario en el país. Para principiar, mientras no exista una visión clara acerca de los límites de la participación del gobierno en la sociedad, nunca habrá recursos que alcancen por el simple hecho que las necesidades se multiplican más rápido que los recursos para satisfacerlas; más grave todavía cuando todo mundo cree tener el derecho a exigirle al Estado que satisfaga todas sus necesidades. Para desgracia de la raza humana, los panes se multiplican mucho más lentamente que las obligaciones que constantemente se trasladan al Estado. De esa cuenta, mientras no se definan los límites de lo que la sociedad puede demandar del Estado, no habrá recursos públicos que alcancen. Por el otro lado, mientras no exista plena certeza acerca de la efectividad y honestidad con que la burocracia gubernamental maneja los fondos públicos, resulta imposible determinar a cuánto asciende el costo de lo que la sociedad demanda al gobierno.
El problema actual de la mayor parte del gasto público ni siquiera es uno de calidad. Se puede hablar de mejorar la calidad cuando un bien o servicio mínimamente cumple con el objetivo para el cual fue creado; en muchos rubros del gasto público no es este el caso. Antes de hablar de mejorar la calidad habría que demandar, como mínimo, que el sector público esté en capacidad de producir los bienes y servicios que justifican su existencia. Mientras el sector público carezca de las capacidades mínimas para mejorar las condiciones de vida de la población con sus acciones, poco aporta discutir cuánto debería gastar el sector público para cumplir con su función. Así como Q90 millardos han resultado insuficientes para atender las necesidades sociales de la población, también resultarían insuficientes Q200 o Q2 mil millones. En conclusión, no hay cantidad de fondos públicos que alcancen mientras no se mejore la efectividad y eficiencia con la que el sector público opera y mientras se sigan transfiriendo al Estado nuevas y crecientes obligaciones. En este orden de ideas, mal sin nuevo presupuesto público y mal con uno nuevo elaborado bajo las premisas de siempre.