07/09/2021

No solo de remesas viven los países

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Guatemala, 07 de septiembre del 2021

La veloz recuperación de las remesas internacionales, después de una fuerte contracción durante el segundo trimestre de 2020, sigue sorprendiendo a todos. Hace algunos años atrás circulaba entre la comunidad de expertos un chiste que ponía en duda las explicaciones tradicionales del rápido crecimiento que dicha variable experimentaba en ese momento. Según el chiste, cuando el experto economista pregunta acerca del origen de tantos dólares que circulan en un pequeño poblado del interior del país, un avispado parroquiano, que bien podría haber sido el famoso Pepito, responde: “Son las remesas que mandan los hermanos”. Satisfecho con la respuesta, el ingenuo experto da la vuelta y se aleja del lugar, no alcanzando a escuchar las palabras finales de su interlocutor que, entredientes, como no queriendo que nadie lo oiga, puntualiza: “Las que mandan los hermanos Arellano Félix”. Para quienes no recuerden, el grupo de hermanos así apellidados lideraron durante los años 90 y principios de este siglo el famoso Cártel de Tijuana.

Más allá de reflejar una duda genuina que la comunidad de expertos económicos y financieros han tenido siempre sobre el verdadero origen de las remesas, el chiste no pasa de ser un chascarrillo cuya validez es imposible de determinar en la práctica. Lo cierto del caso es que países como Guatemala no serían los mismos de no existir este flujo de recursos. Dicho de otra forma, el influjo de las remesas requiere dedicar recursos productivos, que se hubieran usado para otro propósito de no haber estado estas de por medio, para satisfacer la demanda de bienes y servicios que se origina a causa de ellas. En principio, esta reasignación de recursos no tiene ningún inconveniente, siempre y cuando la fuente que provoca dicha reasignación se mantenga a lo largo del tiempo. En caso contrario, un país como Guatemala, en ausencia de dichos flujos, probablemente tendría una estructura productiva distinta a la actual, en donde los factores productivos que hoy se utilizan para satisfacer la demanda de bienes y servicios que se origina en las remesas tendrían un uso distinto. Lo que la literatura económica de la posguerra denominaba el Problema de la Transferencia. Por ejemplo, en ausencia de remesas sería casi imposible mantener un nivel de importaciones como las que hoy tiene el país, salvo que el sector exportador tuviera la capacidad de llenar el vacío resultante, cuestión que implicaría que los recursos que hoy se utilizan para satisfacer la demanda interna generada por las remesas se reorientaran hacia el sector exportador. A largo plazo, el reto sigue siendo la sostenibilidad de tales flujos y la capacidad que tenga la economía de reorganizarse para hacer frente a una realidad distinta a la de los últimos 30 años.

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