Escrito por: Verónica Spross
Guatemala 23 de diciembre del 2021
El año 2021, denominado del Bicentenario, por conmemorar los doscientos años de la independencia de Guatemala del reino de España, ha resultado ser un año complicado, donde la pandemia no nos ha permitido celebrar la significativa fecha. Llegamos a los últimos días del año con una mezcla de sentimientos; agradecidos por lo alcanzado a pesar de las difíciles condiciones de la pandemia y preocupados, por otra parte, pues la crisis del COVID-19 parece no concluir. Se menciona la quinta ola, y sí que está fuerte en nuestro país.
Cuando volteamos a ver para atrás, muchas cosas han cambiado en esos dos siglos. Contamos con avances tecnológicos de gran importancia para nuestra vida, como la invención de la bombilla en 1880, o el automóvil siendo el primero producido en serie de forma masiva el Ford Modelo T. Y, no digamos en el siglo XX, la proliferación de los microprocesadores que ha permitido que el mundo se llene de tecnología, así como el Internet, que ha revolucionado la forma cómo nos comunicamos. Antes del Internet, recordemos cuánto tardaba una carta en llegar de Europa a América. En 1980 aún se enviaban a la familia y amigos cartas en papel, que se ponían en un sobre y se les pegaba un sello. Esto ha cambiado de forma radical, habiendo pasado por el uso masivo del correo electrónico y luego por una versión resumida de la comunicación, con los mensajes de Messenger, WhatsApp y otras redes sociales.
Aparte de ello, enviábamos tarjetas de Navidad a todos los amigos, familiares y clientes, en el caso de las empresas. Era un momento de reconocer quién importaba, si se le enviaba una tarjeta navideña. Hoy vemos muchos cambios en la forma de comunicarnos, de organizarnos o de relacionarnos incluso. Ahora con la pandemia se ha hecho evidente que se puede trabajar muy bien interactuando por medio de plataformas digitales. No se requiere presencialidad completa para poder desarrollar una labor o tarea.
La Navidad, sin embargo, es una época de tradiciones, en donde se vale hacer un alto al frenesí diario, para reflexionar, compartir y dar amor. Las posadas, los tamales y los nacimientos forman parte de nuestra cultura chapina y de las distintas costumbres familiares. Estas no deben perderse, sino transmitirse de generación en generación. También es un momento para fortalecer el área espiritual, realizando cambios interiores, perdonando ofensas, valorando más a las personas y menos a los bienes, renunciando a nuestros malos hábitos. La Navidad trae un claro llamado a conocer más al Niño Jesús, que un día nació en el portal de Belén, pero ahora quiere nacer en cada corazón que esté dispuesto a recibirlo. Nuestra tarea es prepararnos para ello. ¡Feliz Navidad! Bendiciones a cada guatemalteco y los suyos. Que vivamos la celebración en familia, con cautela, cuidando nuestra salud y compartiendo las bendiciones.