Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 28 de mayo del 2019
Para fortuna del país, asumiendo que la totalidad de las remesas que recibe Guatemala se origina en el fenómeno migratorio, los guatemaltecos en E.U.A. aporta cerca de US$1 millón por hora. El otro millón y pico de guatemaltecos que laboran formalmente y cotizan al IGSS, reciben por concepto de salarios unos US$1.1 millones por hora. Puede decirse, entonces, que la migración no solo ayuda a generar empleo productivo a quienes no lo encuentran en el país, sino que aporta, por medio de las remesas, un monto de ingresos similar al que aportan el otro millón más de guatemaltecos que se quedaron acá laborando en la formalidad. Esta simple comparación revela el desafío que tiene el país en materia de creación de empleo productivo; si los guatemaltecos pudieran emplearse en ocupaciones de mayor productividad que las actuales, la diferenciación entre formalidad e informalidad saldría sobrando, al menos desde la perspectiva de la generación de ingresos para sus familias. Tanto así que, dejando constantes las implicaciones emocionales, pareciera ser que para cualquier familia sale mejor tener un jefe de hogar migrante que uno asalariado formal.
Quienes laboran en E.U.A., aunque lo hagan en condiciones migratorias, laborales y tributarias irregulares en aquel país, se benefician de los niveles más altos de productividad de esa economía, que conlleva a salarios mucho más altos para el mismo tipo de ocupaciones que tendrían acá, así como de la escasez relativa de personas interesadas en desempeñar las ocupaciones en las cuales ellos se ocupan. Condiciones particulares que no se pueden replicar de este lado de la frontera, mucho menos mientras no se reconozca las consecuencias que tiene sobre los ingresos laborales la abundancia relativa de mano de obra poco calificada y la importancia de promover ocupaciones que permitan elevar gradualmente su productividad.
En cifras redondas, de los más de 4 millones de personas que reportan trabajar para alguien más a cambio de un salario, solamente un poco más de un millón de ellas están afiliadas al Seguro Social y, por definición, gozan formalmente de los beneficios que por ley los patronos están obligados a brindar a los trabajadores. De no existir el fenómeno de la migración, legal o ilegal, habría que añadir otro millón de personas más a los 3 millones de asalariados que laboran en la informalidad: las 700 mil personas nacidas en Guatemala que, se estima, laboran en E.U.A. y sus 300 mil descendientes que nacieron laboran en ese país. Mientras se siga pensando que estos guatemaltecos deberían estar ocupados primordialmente en actividades agrícolas de pequeña escala, orientadas hacia los cultivos tradicionales y enfocadas en el mercado local, será imposible parar la migración. De lo contrario, nunca se habrían marchado