Escrito por: Verónica Spross
Guatemala, 16 de diciembre del 2021
Es muy lamentable la reciente muerte de 56 personas, que fueron víctimas del accidente de un camión en el estado mexicano de Chiapas. La irresponsabilidad de los coyotes y de los choferes cayó en un inaceptable hacinamiento y derivó en el fallecimiento de muchas personas que buscaban atravesar México de forma irregular para llegar a los Estados Unidos e ingresar ilegalmente.
La reflexión obligada es relativa a cómo será su realidad económica que los lleva a tomar riesgos tan elevados. Recordemos que nueve de cada diez personas que deciden migrar, al ser encuestadas, indican que el motivo de migrar es de tipo económico. La perspectiva de tener ingresos muy superiores a los que tendrían en su localidad los lleva a tomar la decisión de partir hacia el norte, pagando altos montos a los coyotes o traficantes de migrantes.
Mientras, los informes indican que al 30 de noviembre las remesas que envían los guatemaltecos residentes en los Estados Unidos ascendían a US$13 mil 783.5 millones. El crecimiento en relación con el año anterior es del 21% más que en 2020. Ese monto, que refleja los altos ingresos que reciben quienes logran tener un trabajo en la Unión Americana, acompañado de la reducción en la tasa de desempleo en dicho país, es en buena medida el factor motivacional más fuerte para dejar el país y buscar horizontes en Norteamérica.
Las remesas familiares son un monto similar al de las exportaciones, y los estudios señalan que sí tienen un impacto sobre la pobreza de las familias que las reciben. Aún así hay espacio para que el fruto de las remesas sea invertido en emprendimientos que permitan ofrecer bienes y servicios demandados en el país o a nivel mundial, y que así se logre generar más empleos en las comunidades.
Para ello es importante y urgente fortalecer la formación de los jóvenes, especialmente en el nivel medio. La secundaria debe ser motivo de unidad nacional, para que en centros educativos públicos y privados se eleve el nivel para que los estudiantes desarrollen las competencias necesarias de matemática, lenguaje, ciencias, así como las habilidades del siglo XXI, incluyendo el emprendimiento. Recién ha sido aprobado el Bachillerato en Ciencias y Letras, con especialidad en productividad y emprendimiento. Ojalá sean muchos jóvenes que puedan cursar este bachillerato y así puedan impulsar negocios familiares que crezcan y lleven el desarrollo a regiones donde hoy día hay poca inversión privada.
La participación de distintas instituciones, incluyendo a las universidades, fundaciones y entidades de apoyo al desarrollo y a la educación, las cooperativas, los grupos gestores, así como el INTECAP, a la par del Ministerio de Educación, podrían lograr que en un corto tiempo se pueda formar a un grupo significativo de jóvenes en emprendimiento y en competencias para la inserción laboral. Sería esa una respuesta urgente a la necesidad de generar oportunidades para los jóvenes en su propio país, y que así no tengan como proyecto de vida migrar, sino esforzarse por ser empresarios y generadores de muchos empleos para sacar de la pobreza a sus vecinos cercanos.