Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 09 de mayo del 2023
Aumentar los ingresos tributarios mediante mayores impuestos no parece ser una de las opciones favoritas de los candidatos en contienda. Salvo el caso de algunos candidatos con discurso de izquierdas o contrario a lo que, ellos llaman, la oligarquía dominante, no se habla de este tema. No tendría sentido alguno incomodar a los votantes potenciales con un tema tan impopular como el de los aumentos de impuestos. Dada la dependencia crónica del Estado de la deuda pública, aunque los candidatos en contienda no digan nada al respecto, es de esperar que ésta siga creciendo en el corto y mediano plazo. Si a esto se suma la factura de lo que representa el “menú” de promesas electorales con cargo al presupuesto, invariablemente el país está destino a seguir ampliando su dependencia a este tipo de fondos. Si bien sería deseable que existieran garantías sólidas de que toda la nueva deuda se va a destinar a proyectos de alta rentabilidad social, no basta con eso para mejorar la forma en que se maneja el gasto público. Por ejemplo, la ampliación y mejoramiento de la infraestructura de recolección y tratamiento de las aguas servidas en la subcuenca del Río Villalobos, que drena hacia el Lago de Amatitlán, es una inversión prioritaria que debería realizarse con la recaudación tributaria. Si bien se podría recurrir a endeudamiento para realizar las mismas, existen suficientes programas y proyectos públicos mal diseñando, mal ejecutados, opacos o de dudoso beneficio social que podrían eliminarse para generar ahorros para financiar este tipo de obras.
Mientras no ocurra una racionalización y priorización del gasto público, el endeudamiento público seguirá siendo la salida fácil para mantener una estructura del gasto inefectiva e ineficiente. Prometer reducciones o readecuaciones del gasto público no es una opción “políticamente correcta” en estos momentos. Sin entrar a considerar cuestiones relacionadas con la sostenibilidad y costo de la deuda pública, elementos que deben reconsiderarse cuidadosamente dado el incremento de las tasas de interés a nivel global, mientras el gasto público no responda a prioridades claras, no se evalúen sus resultados y no se mida la efectividad del mismo para atender las necesidades sociales, da lo mismo si se financia con impuestos o nueva deuda pública. De continuar el país con esta senda de incrementos constantes en el gasto público financiados con deuda, más temprano que tarde habrá que hablar de reformas tributarias, aunque este tema se invisibilice durante la campaña electoral. Si algo está claro es que el origen de los fondos, deuda o impuestos, no condiciona el buen uso de los mismos.