Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 29 de noviembre del 2022
“Si tuviera que elegir entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en elegir lo último”. Thomas Jefferson. Si hubiera que escoger entre un periódico impreso y uno digital, sería mejor ambas versiones. Si hubiera que escoger entre cumplir o no la función de la prensa independiente, solo importa continuar con la función. En palabras de Alberto Benegas Lynch (h), conocido liberal argentino, la libertad de prensa “es respetada y cuidada como política de elemental de higiene cívica en el contexto de una sociedad abierta [ya que] demanda información de todo cuanto ocurre en el seno de los gobiernos para así velar por el cumplimiento de sus funciones específicas y minimizar los riesgos de extralimitación y abuso de poder”. Toda sociedad democrática requiere un amplio debate público de ideas, en donde se cuestione, entre otras cosas, el uso del poder por parte de las autoridades de turno. Lo cual, tal como dice Benegas, no “es óbice para que se asuman con todo el rigor necesario las correspondientes responsabilidades ante la justicia por lo expresado en caso de haber lesionado derechos de terceros”. Entendiendo que justicia no es la mera legalidad de las acciones de quienes detentan el poder.
El liberalismo, que en su dimensión política sirvió de base para sustituir el absolutismo de las monarquías por democracias representativas, es responsable también de la preeminencia que tienen libertad de consciencia, pensamiento, expresión y de prensa. Libertades que no solo buscan reafirmar el derecho de las personas a pensar y expresarse como lo deseen sino también asegurar que el Estado no maneje los medios de comunicación social a su antojo para moldear el espíritu y mente de las personas. Afán que, tal como lo menciona Ludwig von Mises, no es exclusivo dela clase política. En palabras de este autor, “todo el mundo es libre para abstenerse de leer lo que no le guste e incluso para recomendar a otros que hagan lo mismo. Pero muy distinto es recurrir a la amenaza y a la coacción, a las graves represalias contra gentes cuya única culpa es el haber favorecido publicaciones cuyo contenido no agradó a [algún] grupo”. Aunque Mises se refería a los boicots sindicales que “atemorizan el ánimo y subyuga la voluntad de los dueños de diarios y publicaciones en general”, su crítica es válida para cualquier tipo amenaza y coacción de este tipo, llámense sandinistas o liberales quienes recurran a estas acciones. En un sistema liberal cualquier ferviente creyente del comunismo o el fascismo podría conseguir donantes y medios de comunicación para difundir masivamente sus ideas. En un sistema controlado por cualquiera de estos dos tipos de ideologías, tal posibilidad no existe. No solo está en riesgo la libertad de prensa, sino todas sus demás dimensiones.