03/05/2022

Lecciones de la “Nave de los locos”

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Guatemala, 03 de mayo del 2022

Las vicisitudes que afrontan los “oligarcas” rusos guardan cierta similitud con lo que sufrían los pasajeros de la famosa Nave de los locos, pintura del Bosco del siglo XVI. Obra en la cual el pintor flamenco retrata la vida de un grupo de “locos” dentro de un navío que viaja errante en el mar. Los oligarcas rusos sufren hoy lo mismo que los marginados de esta pintura; tal como lo explica Foucault en su obra sobre este tema, la definición de locura terminaba dependiendo más de la conveniencia de ciertos grupos sociales que de una definición precisa. De esa cuenta, Abramovich, el millonario ruso dueño del club de fútbol Chelsea, se vio forzado a vender el club mientras G. Schröeder, antiguo canciller de Alemania, con nexos cercanos a Putin y a las empresas de estos millonarios, no recibe más que duras críticas en los medios. Estos empresarios rusos y sus yates son como los rechazados del cuadro del Bosco. Afirmación que no constituye defensa alguna a favor de las acciones rusas contra Ucrania o de quienes la apoyan, sino solo un llamado de atención para no creer que basta con estar del “lado correcto” de la historia para justificar cualquier tipo de abusos contra los enemigos y adversarios. Hasta en la guerra existen reglas que cumplir; el hecho de que un bando no las observe no justifica que los demás bandos tampoco lo hagan.

A la luz de lo que está sucediendo, parece que basta con caer en alguna “lista negra” de cualquier índole de alguna potencia internacional para sufrir el mismo destino de los amigos de Putin. En el caso de Rusia, hoy se castiga la cercanía con Putin; mañana las víctimas podrían ser los “oligarcas nicas”, protegidos de Ortega; tras pasado mañana, los “oligarcas” de Camerún que se benefician de la corrupción de esa nación africana. Los superyates de los “oligarcas” rusos ejemplifican bien el fondo de este asunto. Así como las naves de la locura de la Edad Media no podían atracar en puerto alguno debido a imprecisos y difusos conceptos acerca de la locura, estos yates tampoco lo pueden hacer debido a imprecisos y difusos conceptos límites acerca de cómo las potencias pueden ejercer el poder. No se trata de defender a Rusia, a Putin o a sus amigos, sino de darse cuenta de que en este mundo postpandemia, postglobalización y postinvasión rusa las certezas que antes existían parecen estar en entredicho: desde la soberanía de las naciones hasta el derecho de propiedad. Al igual que sucedía con la locura, el tipo de acciones que merecen un “justo castigo” dependen más de quienes tienen el poder para imponer el mismo que de definiciones precisas y el respeto a principios y valores fundamentales.

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