Escrito por: Hugo Maul
Guatemala, 19 de mayo del 2020
Para nadie es un secreto lo difícil que está resultando para el gobierno de turno manejar oportuna, efectiva y eficientemente las compras públicas durante este Estado de Calamidad. Una situación inaceptable dada la urgencia y necesidad de adquirir insumos médicos esenciales que ayuden a afrontar de mejor manera el combate contra el nuevo coronavirus. Para quienes desconocen las particularidades detrás de la operación del sistema de adquisiciones públicas, habría que aclarar que los referidos problemas ocurren a pesar que las entidades públicas están operando bajo la forma más flexible y veloz que permite la legislación vigente: el Estado de Calamidad. No obstante, para quienes conocen los vericuetos asociados con las adquisiciones públicas, las vicisitudes que el gobierno está sufriendo son perfectamente normales y, hasta cierto punto, totalmente predecibles. Esto último no implica que se esté justificando, mucho menos aprobando, la opacidad, corrupción, conflicto de intereses, inefectividad, ineficiencia y tardanza en el funcionamiento del sistema de compras públicas. No debe sorprender, pues, que cuando más se necesita del funcionamiento efectivo del sistema de compras, incluso en su modalidad más flexible, las compras sean de tipo reactivo, sin guardar mayor congruencia con las necesidades reales y sin que respondan a criterios técnicos que garanticen la idoneidad de la compras
Los problemas que hoy tanto preocupan a la población en materia de compras públicas de suministros de salud, entre otros rubros, son producto del funcionamiento de un sistema de compras públicas cuyo operación depende de una compleja interacción entre factores normativos, humanos, institucionales, financieros, económicos, culturales y sociales que terminan provocando lagunas legales; inadecuada planificación; excesiva discrecionalidad; favoritismos; limitaciones a la competencia; deficiencias en los sistemas de pago; ausencia de criterios de valor por el dinero; etcétera.. Es importante notar que tales deficiencias ocurren a pesar de múltiples reformas a Ley de Contrataciones durante las últimas décadas, todas ellas inspiradas en los más altos ideales de honestidad, efectividad y transparencia. Reconocer las limitaciones de este proceso de reformas constituye el primer paso para hacer algo distinto: no se puede pretender que cambien los resultados de un sistema utilizando para ello los principios que lo originan. La combinación de sucesivas reformas con visión de túnel, privilegiando cambios a nivel de componentes específicos dentro del sistema, en lugar de cambios en la forma de operar del sistema en su conjunto, ha provocado que el sistema de compras públicas sea incapaz de garantizar compras y contrataciones oportunas, costo-efectivas y en condiciones de transparencia, honestidad y competencia.