Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 05 de noviembre del 2019
La elección de magistrados a la Corte Suprema y a las Cortes de Apelaciones va para largo y, por lo que aparenta, no preocupa mayor cosa a quienes propiciaron con sus acciones y decisiones esta anómala situación. Para cualquier mortal, poco conocedor de la base legal de las retorcidas interpretaciones con las que se justifica esta situación, el camino que resta promete ser largo y tortuoso para las Comisiones de Postulación encargadas de este proceso. Al igual que en situaciones anteriores, parece que los intereses particulares podrán más que la misma justicia y el bien común. Cuestión que no debería sorprender a nadie, tal proceder por parte de grupos de interés y determinadas facciones políticas se ha vuelto la norma en este tipo de decisiones; desde hace mucho tiempo, por lo menos este siglo, es claro que la configuración del poder institucional en Guatemala ha dependido de este juego de intereses. La manipulación de los mecanismos de nominación y elección de puestos clave dentro de la esfera pública, organismos del Estado y órganos de control a favor de intereses particulares ha dejado de ser la excepción a la regla para convertirse en el sistema reinante. En términos de la Teoría de la Regulación Económica, la “Captura del Regulador” se ha convertido en la norma; según este enfoque, la captura ocurre cuando instancias que deberían actuar de manera autónoma e independiente obedecen a los agentes económicos o grupos que, se supone, debería controlar. Lo que sucede con las cortes de justicia es un claro ejemplo de cómo los “regulados” capturan a los “reguladores” para su beneficio particular.
Desde esta perspectiva, la integración de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Apelaciones son procesos que no pueden dejarse al azar o a la meritocracia. Es mucho el poder que perderían ciertos grupos en caso de no asegurarse el control total sobre este proceso. Aunque sea el Congreso quien finalmente elija a los magistrados, los listados de candidatos provienen de procesos en donde, directa o indirectamente, representantes de los intereses particulares han tenido participación directa o indirecta en los procesos de nominación. Lamentablemente, quienes actúan de manera independiente, basando sus decisiones en los más altos principios éticos y preocupados por la búsqueda de la justicia son una minoría dentro de dichos procesos. En palabras simples, el sistema facilita que los “lobos” terminen cuidando a las “ovejas”; además que, a estas alturas del juego, quienes llegaron al poder gracias a haber andado con lobos, ya aprendieron a aullar. Sería ingenuo pensar que quienes se benefician de este sistema están dispuestos a renunciar voluntariamente al poder que ya tienen.