25/10/2022

La Guerra Sigue Pasando su Factura

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Guatemala, 25 de octubre del 2022

El conflicto entre Ucrania y Rusia ha subido de tono ante la reciente denuncia rusa sobre el posible uso de una “bomba sucia” por parte de Ucrania. Aunque todo apunta a que se trata de un anuncio “transparentemente falso”, el efecto de este tipo de información sobre los mercados mundiales puede llegar a tener consecuencias insosprechadas. Al igual que scuedió en la Guerra del Golfo, bajo la excusa de defender al mundo de las armas químicas y biológicas “de destrucción masiva”, los daños económicos provocados por este tipo de conflictos resultan ser tanto o más temibles, devastadores y extensos que los de los artefactos de guerra utilizados en ellas. La incertidumbre y temor que esta guerra está generando entre inversionistas globales es suficiente para provocar descalabros inesperados por doquier. La sola posibilidad de una escalada de la guerra podría provocar fuertes fluctuaciones en los precios de las materias primas y agudizar los problemas económicas que ya vive la economía mundial.

Contrario a lo que generalmente se cree, los efectos de esta guerra van más allá de los problemas de suministro de ciertas materias primas provenientes de aquella región. Para principiar, la salud actual de la economía global no se encuentra en su mejor momento: el temor sobre el futuro económico y político del Reino Unido, Italia, Estados Unidos y China, para mencionar algunos casos dentro de otros muchos, llena de nerviosismo los mercados bursátiles; el aumento en las tasas de interés internacionales empiezan a pasar su factura a las posibilidades de crecimiento global; los precios de algunas materias prima clave siguen estando elevados; la inflación en muchos países se resiste a la baja; y la posibilidad de nuevos conflictos está a la orden del día. Otro ejemplo de esto es el costo fiscal de esta guerra. Tanto Rusia como los aliados occidentales de Ucrania se han visto obligados a desviar multimillonarias cifras de dinero para financiar los gastos de esta guerra; recursos que, en ausencia de la misma, habrían satisfecho otros fines más productivos. Los masivos déficits fiscales en los que incurren ya las economías más desarrolladas involucradas en este conflicto afectan ya a todo el mundo. No hace falta que se detone una “bomba sucia” para que el resto del mundo sufra los daños causados por el pánico y confusión a raíz de este conflicto. Economías pequeñas, abiertas y dependientes de los flujos de capital, como Guatemala y Centro América poco pueden hacer ante la inestabilidad económica generada por esta guerra, salvo ser prudentes en el manejo macroeconómico, especialmente en sus cuentas fiscales; y seguir esforzándose por mejorar las condiciones productivas del país.

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