Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 17 de noviembre del 202017
Así titulaba ‘La Jornada’, conocido periódico mexicano, su titular el pasado 25 de abril de los corrientes, en referencia al manejo de la deuda en el vecino país de cara al COVID-19. El explosivo crecimiento del endeudamiento público que se avizora en Guatemala para 2020 y 2021, sumado a que buena parte de ese nuevo endeudamiento se utiliza para financiar gastos corrientes, constituyen dos factores de riesgo que a mediano plazo podrían terminar generando más problemas que los que hoy resuelven. Hace poco más de veinte años la deuda pública rondaba el 20 por ciento del PIB, para el 2021 dicho indicador, prácticamente, se habrá duplicado. A primera vista, este aumento que podría no parecer peligroso dados los niveles de endeudamiento de los países vecinos y la cantidad de tiempo transcurrido para que este tuviera lugar. Si bien algo de cierto podría haber en estas consideraciones, también es cierto que los países vecinos mantienen mayores niveles de endeudamiento con mayores cargas tributarias que Guatemala; y, por el otro lado, el explosivo crecimiento de la deuda podría resultar muy difícil de parar si la situación económica no mejora en la proporción que las autoridades esperan.
Los ajustes que no se hagan ahora en materia de gasto público, cuando las circunstancias lo exigen, difícilmente se harán después; mientras las grandes mayorías se han tenido que ajustar a las circunstancias, en el sector público se ha optado por “patear” hacia delante los problemas concernientes a la poca efectividad, eficiencia y honestidad con que se manejan los fondos públicos. En este estado de cosas, probablemente, el mayor de los problemas no radica en que la deuda se acerque peligrosamente a niveles riesgosos, sino en la incapacidad por parte de la clase política de reconocer los peligros que conlleva una dependencia crónica con endeudamiento público. Salvo que se pretenda trasladar el costo del ajuste a los contribuyentes, por medio de una extensa y profunda reforma tributaria en el futuro inmediato, el creciente endeudamiento bien podría ser la causa de una crisis venidera. Sobre todo, si, como decía ‘La Jornada’ en el referido editorial, las decisiones en materia de endeudamiento obedecen a “presiones y chantaje” y no se garantiza que las mismas se tomen con “total transparencia, y a partir de criterios eminentemente técnicos para coadyuvar al bienestar de las mayorías”. El referido titular sirve ahora, de este lado de la frontera, para denotar los riesgos que conlleva considerar el endeudamiento público como un poderoso bálsamo que puede curar de manera milagrosa las secuelas del COVID-19; cuando, en realidad, podría ser esta la causa de la futura crisis que está por venir.