16/06/2020

Estadísticas y nueva normalidad

Escrito por: Hugo Maul Rivas


Guatemala, 16 de junio del 2020

En días pasados se reportó en varios medios escritos el aumento en del costo de la Canasta Ampliada. Esta canasta, según el INE, se define como la suma el total de gastos en “alimentación, vestuario, vivienda, mobiliario, salud, comunicaciones, transporte, recreación, cultura, educación, restaurantes, hoteles, bienes y servicios diversos”. Salvo en lo que corresponde a las categorías que mide el Índice de Precios al Consumidor y a la Canasta Básica Alimentaria –CBA-, sobra decir que en Guatemala no se hace muestreo periódico, representativo y sistemático de tales categorías de gastos. De tal cuenta, dicha canasta se mide, pues, mediante un simple cálculo aritmético basado en la proporción (43.31 por ciento) que representa el costo de la CBA en relación a los gastos ampliados de las familias en 2014. Mediante simple Regla de Tres, si el costo de la CBA en mayo de 2020, Q3,624, representa el 43.31 por ciento de los gastos totales de las familias, el costo de la Canasta Ampliada debería ser Q8,369. Una inocente manipulación aritmética que conlleva suponer patrones de consumo de tiempos “normales” en tiempos de cambios profundos en la estructura económica. El cambio en los patrones de consumo durante la pandemia y durante el futuro cercano está plenamente documentado: priorización del gasto en alimentos y artículos de limpieza y la marcada reducción en el gasto en categorías como ropa, calzado, mobiliario, comidas fuera de casa (por obvias razones), recreación, cultura y otros servicios.

En otras palabras, antes a grave crisis económica que afecta al país, se esperaría que cambie el patrón de gastos de las familias. Seguramente, los gastos “ampliados” de 2020 son mucho menores y muy distintos en composición que en 2014; algo que, por experiencia propia, la mayoría de los guatemaltecos podrían dar fe; el consumo de alimentos constituye, en estos momentos, casi la totalidad de gastos de las familias. Sin embargo, por construcción aritmética, la Canasta Ampliada sigue imputando a las familias el mismo patrón de gastos en recreación, hoteles, restaurantes, mobiliario y vestuario, por citar algunos rubros. Más allá de la suspicacia que provoca el énfasis de esta nota periodística al aumento del costo de este indicador, sirva la referencia en cuestión para mostrar la necesidad de redefinir ciertos indicadores estadísticos a raíz de los cambios de hábitos y costumbres que están ocurriendo producto de la pandemia. Una necesidad que solo irá en aumento en la medida que estos cambios dejen de ser meras desviaciones transitorias y se conviertan en cambios permanentes en los hábitos de consumo. Mientras no se actualicen y sensibilicen muchas mediciones estadísticas al respecto, habrá que tener dudas razonables en cuanto a lo que las mismas significan en la “nueva normalidad”.

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