Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 14 de marzo del 2023
Tanta ha sido la preocupación por la inflación de los banqueros centrales, sobre todo en los países más ricos, que parecen haber olvidado otros males que la rápida expansión de los medios de pago generalmente traen consigo. Entre finales de 2006 y finales de 2022, la emisión monetaria en EE.UU. creció 545%; solamente entre enero de 2020 y diciembre de 2022 creció más de 55%. Durante 10 de los 15 años transcurridos entre 2008 y 2022, la tasa de fondos federales de EE.UU., una de las tasas más representativa de las condiciones crediticias de aquel país, se mantuvo en valores inferiores al 0.20% por año. En cuatro de los cinco años restantes, entre 2016 y 2020, apenas superó el 2%. La reciente quiebra de algunos bancos regionales en EE.UU. confirma las sospechas de quienes siempre argumentaron que la expansión monetaria que viene experimentando el mundo desde 2007 acarrearía, inevitablemente, problemas en el ámbito bancario y financiero. Estas quiebras serían una clara confirmación de lo que sucede cuando después de épocas de crédito fácil surge la necesidad de moverse en la dirección contraria para frenar la inflación.
Era de esperar que tan blandas condiciones de crédito terminarán financiando malas inversiones; al menos, inversiones que a tasas de interés superiores no iban a resultar rentables. Situación que finalmente ocurrió cuando los bancos centrales de los países desarrollados se vieron obligados a combatir la inflación por medio de aumentos en sus tasas de interés. En este afán se encontraba la Reserva Federal en EE.UU. cuando de repente se ve en la obligación de dar marcha atrás y volver a la política de antes: anunciar su disposición de inyectar a los bancos en problemas la liquidez que haga falta para mantenerlos a flote. El mismo tipo de medida que, originalmente, se tomó para superar la crisis de 2007-2008 y que, de una manera u otra, es responsable de la situación que hoy se vive. Si algo de razón tienen quienes sostienen que la inflación es “en todo lugar y en todo momento un fenómeno monetario” y quienes sostienen que la política de crédito fácil provoca mala asignación de recursos, el futuro económico se ve mucho más complicado de lo que se creía. En lo que a Guatemala se refiere, estos acontecimientos se parecen mucho a lo que sucedió hace 15 años atrás. Aunque no se sabe a ciencia cierta qué tan amplia y fuerte será la onda expansiva resultante de las quiebras bancarias de la semana pasada, afortunadamente, los “fundamentos” macroeconómicos de Guatemala son relativamente sólidos para hacer frente a una crisis moderada en EE.UU. . No obstante, la situación es peligrosa e incierta y requiere una mayor prudencia en el manejo de la política monetaria y fiscal en este año electoral.