Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 09 de julio del 2019
Mientras en otras latitudes la discusión en torno al tema laboral gira alrededor de los empleos del futuro y el futuro de los empleos, en Guatemala ni siquiera se puede considerar promover esquemas de flexibilización laboral que han sido adoptados por muchos países desde hace varias décadas. Este el caso del trabajo por tiempo parcial; una institución laboral ampliamente utilizada desde hace mucho tiempo en países desarrollados. Guatemala adopta esta figura veinticinco años después que dicha organización reconociera la importancia que tiene que “en las políticas de empleo se tenga en cuenta la función del trabajo a tiempo parcial como modo de abrir nuevas posibilidades de empleo y la necesidad de asegurar la protección de los trabajadores a tiempo parcial en los campos del acceso al empleo, de las condiciones de trabajo y de la seguridad social”. Lo que ahora parece como una gran innovación en materia regulatoria es una institución laboral que data, en términos del reconocimiento por parte de la OIT, desde 1994. De cara a los retos futuros del empleo, una modificación tardía e insuficiente, aunque, ciertamente, bienvenida de cara al presente del empleo en Guatemala.
Triste futuro aguarda a la capacidad de generación de empleo del país cuando ni siquiera resulta posible modernizar la legislación laboral, de manera que la misma contenga elementos de flexibilidad que han sido ampliamente utilizados por otros países en el pasado para fomentar el empleo. En estas condiciones, el futuro del empleo parece muy sombrío en la medida avanza la tecnología, la mecanización de los procesos, el uso de inteligencia artificial y la robótica. Un cambio súbito de que redibuja momento a momento las relaciones laborales y que demanda de modificaciones profundas a la manera en que las mismas se han conceptualizado en las regulaciones laborales. La actitud asumida por la cúpula sindical respecto de la contratación por tiempo parcial revela cuán difícil y complicado resultará este tipo de proceso en países como Guatemala, en donde este tipo de cambios se juzgan todavía desde la lente ideológica radical. Si bien es cierto que gran parte del problema radica en las rigideces laborales consagradas en la Constitución, mientras exista una oposición a ultranza a cualquier tipo de modificación legal orientada a generar nuevos empleos, no solo será imposible generar empleo en el presente, sino también en el futuro cercano. Al final de cuentas, la gravedad del fenómeno del empleo informal en Guatemala es producto de la incapacidad de respuesta del marco legal para incorporar nuevas formas de empleo, contratación y pago que no existían décadas atrás. El poco empleo formal que hoy genera el país es producto que hace 30 o 20 años atrás no se modernizaron las regulaciones laborales para afrontar los desafíos de hoy