03/04/2018

Elecciones cruciales

La elección del Fiscal General se supone debería ser una elección basada en criterios puramente técnicos.

03 de abril del 2018

Escrito por: Hugo Maul R.

Para fortuna de todos, el inesperado relevo en la SAT se manejó de forma ordenada y transparente, de manera que la persona técnicamente mejor formada y más conocedora del tema resultó designada para dirigir a la institución. Una experiencia positiva que parece no se repetirá en lo que respecta a la elección del Fiscal General, Contralor General de Cuentas y, en menor medida, con la elección de las nuevas autoridades del Banco de Guatemala y Superintendencia de Bancos. La elección del Fiscal General, que se supone debería ser una elección basada en criterios puramente técnicos, alejada lo más posible de consideraciones políticas, apunta a que será, ahora más que nunca, una elección netamente política. Algo parecido a lo que seguramente sucederá con la elección del Contralor General de la República; sobre todo, dada la creciente demanda ciudadana para que esta institución mejore sus procesos de evaluación de los resultados del gasto público en lo que se refiere a su efectividad, eficiencia, probidad, transparencia, economía y equidad. Exigencias que chocan con los intereses de quienes se benefician de la debilidad de los sistemas de control y de rendición de cuentas del uso de fondos públicos. Con un año electoral a la vista, donde la política económica siempre pasa a segundo plano, es primordial mantener un mínimo de credibilidad en torno a la banca central y al órgano encargado de la supervisión del sistema financiero; las nuevas autoridades de estas instituciones no solo deben tener la solvencia técnica y profesional necesaria, sino también una total independencia de criterio y de acción respecto del gobierno de turno.

Por si no bastara el drama, sobresaltos, desencuentros, frustraciones, temores y polarización que ha traído consigo la lucha contra la corrupción durante los últimos tiempos, la elección de estas autoridades promete añadir al ya “revuelto río” de la política nacional una importante dosis adicional de controversias, críticas, luchas de poder y descalificaciones. Un clima de tensión y polarización que en nada contribuirá a facilitar el proceso de selección de tan importantes funcionarios. Sin duda alguna, la tentaciones por llenar estos puestos con “cortafuegos” siempre ha sido muy grande, sobre todo ahora que ciertos “incendios” amenazan peligrosamente la forma tradicional de hacer política y ejercer la función pública. Aunque los intereses políticos no puedan eliminarse de este tipo de decisiones, es preciso evitar que la selección de estas autoridades obedezca únicamente a este tipo de consideraciones, sobre todo si tales consideraciones apuntan a detener, revertir o manipular los procesos de reforma ya iniciados. Además, claro está, de seguir avanzando en reformas que obliguen a estos, y otros funcionarios, en los cuales se depositan amplios poderes discrecionales, a rendir cuentas por sus actos y que permitan una mejor evaluación de su desempeño.

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