22/09/2020

El reto de la implementación de la política pública

Escrito por Hugo Maúl Rivas

Guatemala, 22 de septiembre del 2020

¿Basta con tener buenas ideas para obtener los resultados esperados de ellas? No necesariamente. Si algo ha demostrado la experiencia contemporánea es que buenas ideas, planes o lineamientos para desarrollar el país no han faltado. Sin embargo, muy pocas de estas ideas han sido puestas en práctica tal y como estaban plasmadas en el papel. El anhelo noventero de reducir el éxito de la administración de la cosa pública al “policy making”, formulación de políticas públicas, ha sido superado por la realidad; sin capacidad efectiva para llevar a la práctica lo que se concibe en los planes, no importa cuantas buenas intenciones, ingenio, ahínco o capacidad de análisis pongan quienes formulan la política pública, lo más probable es que no pase nada. Lo cual no quiere decir que pueda prescindir de buenas ideas, planes y proyectos, sino que así como se dedican tantos recursos al diseño habría que invertir recursos en mejorar la capacidad de gestión del sector público. Desde la perspectiva de lo que importa a los ciudadanos, la capacidad de implementación resulta tanto o más importante que el diseño adecuado de las intervenciones gubernamentales; algo que parece se ha olvidado por completo dentro del debate político contemporáneo. La formulación de políticas públicas se ha convertido en un lugar común para justificar que el aparato público puede hacer frente a cualquier tipo de desafío o problema existente o futuro.

En todo caso, una buena política pública es tan solo el primer eslabón de una larga cadena productiva dentro de la esfera pública que, de ser bien ejecutados cada uno de los eslabones, eventualmente podría alcanzarse los resultados deseados. Contar con una política no es suficiente; tampoco que exista un consenso sobre la misma. Como bien lo destaca el neoinstitucionalismo económico, hace falta también que estén alineados los incentivos de todos los actores involucrados. Esto es, tomar en cuenta las consideraciones políticas detrás de las decisiones gubernamentales: asegurar que los intereses de los distintos grupos políticos y económicos involucrados no desvirtúen el objetivo que se pretende alcanzar. No obstante, incluso en el caso que el anterior obstáculo se hubiere salvado, mientras no exista dentro del sector público capacidad para poner en práctica de manera efectiva lo que establecen los planes, presupuestos, convenios, leyes o reglamentos, de poco o nada sirve las grandes ideas o sueños románticos acerca de un mejor futuro. Lo cierto es que mientras no exista capacidad de implementación efectiva dentro del sector público, a todo nivel, por más sofisticados que sean los sueños, sueños serán. Lamentablemente, resulta más fácil soñar que ponerse a “picar piedra”; y resulta más sexy elaborar refinados planes que preocuparse por asegurar su efectiva ejecución.

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