19 de septiembre de 2018
Escrito por: David Casasola
En los últimos años el país ha experimentado una desaceleración económica, su tasa de crecimiento económico en 2016 (3.1%), 2017 (2.8%) y el pronóstico del Banco de Guatemala para 2018 (3%) se ubican por debajo del promedio de los últimos 25 años (3.7%). Un comportamiento confirmado por el desempeño de otras variables macroeconómicas de menor periodicidad como la inversión extranjera directa, el crédito total al sector privado, la cantidad de cotizantes en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, por mencionar algunas. Caso aparte es analizar el desempeño del ingreso de remesas a Guatemala, que en los últimos años ha experimentado una tendencia hacia el alza y tasas de crecimiento interanual promedio por encima de los dos dígitos (14.4% al promediar las tasas interanuales de los últimos tres años).
Es complejo celebrar que el desempeño de las remesas supere al resto de variables económicas del país. Porque de alguna manera refleja que, ante la ausencia de oportunidades de generar ingresos, cada año miles de guatemaltecos dejan a sus familias y arriesgan sus vidas migrando ilegalmente a Estados Unidos. También muestra la incertidumbre que viven muchos migrantes ante la posibilidad de ser deportados al recrudecerse las políticas migratorias del país del norte, quizá en el flujo creciente de remesas se encuentren sus ahorros.
No obstante, es importante reconocer el alivio que las remesas representan en la economía familiar de muchos hogares guatemaltecos. Un estudio preparado por la Organización Internacional para las Migraciones -OIM permite conocer algunas características de los receptores de remesas en Guatemala: 1) El 31.2% de la población guatemalteca se benefició de las remesas –equivalente a más de 4.5 millones de personas-. 2) El 60% de las remesas se destinan al consumo de los hogares; canasta básica de alimentos, servicios básicos de salud, educación y transporte. 3) Las familias que reciben la mayoría de las remesas se concentran en cuatro departamentos: Huehuetenango, San Marcos, Quezaltenango y Guatemala.
De cara a la desaceleración económica que el país experimenta se agradece el dinamismo de las remesas, ya que son una válvula de escape a la presión que genera la ausencia de oportunidades. No obstante, es necesario recordar que el desempeño positivo de las remesas no depende de ninguna política económica que se pueda promover desde Guatemala. Sería muy arriesgado dar por sentado que año con año las remesas seguirán teniendo un comportamiento positivo. Es necesario articular esfuerzos antes de que decaigan, impulsando acciones concretas para aumentar las oportunidades para generar ingresos en el país.