06/08/2019

El costo de ser Tercer País Seguro

Escrito por: Hugo Maul Rivas

Guatemala, 06 de agosto del 2019

A estas alturas del debate es muy difícil hacer conjeturas acerca del costo que puede llegar a representar el convenio de Tercer País Seguro. De lo que no hay duda es de la falta de capacidad financiera por parte del gobierno para hacer frente a los gastos que esto conllevaría. Si bien las comparaciones siempre resultan odiosas, más cuando hacen referencia a la desgracia ajena, la respuesta de la cooperación estadounidense a la crisis humanitaria a raíz del terremoto en Haití en 2010 constituye un valioso punto de comparación. Dados los vacíos de información existentes respecto del convenio en cuestión, este paquete de apoyos constituye un buen punto de comparación acerca de lo que Guatemala debería requerir al vecino del Norte para cumplir con lo que manda el referido convenio. Para principiar, la comparación no es tan descabellada como podría parecer: en materia social existen muchas similitudes entre Guatemala y el país caribeño, desde los altos niveles de corrupción, indicador aproximado de la efectividad y eficiencia de la gestión gubernamental, hasta su alta dependencia de flujos migratorios irregulares y de las remesas; así como que ambos países se caracterizan por contar con grandes cantidades de trabajadores jóvenes poco calificados que dependen del empleo informal para procurarse un ingreso.

Guardando las proporciones entre ambas situaciones, la crisis humanitaria haitiana guarda ciertas similitudes con lo que podría pasar en Guatemala a causa del referido acuerdo. La respuesta de la cooperación estadounidense fue de un compromiso de US$13.3 billones durante un período de diez años, privilegiando, entre otros rubros, la construcción de 15 mil viviendas, 600 aulas escolares, apoyo para 160 clínicas médicas, construcción de una planta de generación eléctrica y un programa de generación de oportunidades laborales denominado Haiti Economic Lift Program –HELP–. Programa mediante el cual EE. UU. amplió las preferencias arancelarias que ya otorgaba a la producción haitiana de vestuario y textil e incrementó las cuotas de importación de productos de este tipo elaborados con materias primas originarias fuera de la región; modificaciones fundamentales para atraer nuevos inversionistas y generar oportunidades de empleo de forma rápida en ese sector. Guardando las proporciones, ese paquete de ayuda constituye una buena referencia de lo que Guatemala debería tratar de asegurar a cambio de jugar tan controversial papel, así como del tipo de errores que deberían evitarse: canalizar cuantiosas sumas de cooperación por medio de instituciones gubernamentales, cuando la corrupción y la ineficiencia son males generalizados en el país, y; para el gobierno de EE. UU., seguir utilizando mecanismos que han probado ser poco efectivos y eficientes para atender este tipo de desafíos.

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