Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 10 de mayo del 2022
“Los conflictos violentos pueden tener efectos negativos duraderos en los sistemas alimentarios, sobre todo porque la mayoría de los países que salen de un conflicto necesitan décadas para recuperarse”. Profético análisis realizado por el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo hace poco menos de un año. La razón detrás de esta persistencia de los conflictos armados sobre la oferta de alimentos radica, como bien explica el citado documento, en que en entornos “altamente deteriorados inseguros, los recursos productivos, el gasto gubernamental y la inversión privada suelen desviarse de la producción agrícola, con efectos negativos duraderos sobre la producción, distribución y comercialización de alimentos”. Según algunos estudios al respecto, como el del Banco Mundial de 2017 sobre conflicto y recuperación, un país que ha vivido un conflicto armado violento necesita entre 15 y 25 años para recuperarse totalmente en términos económicos de la destrucción causada por la guerra. Las razones detrás de este comportamiento, entre otras, residen en la destrucción del capital físico productivo, tal como maquinaria, equipo y edificaciones privadas; destrucción de la infraestructura pública productiva, tal como carreteras, puertos, vías férreas, sistemas de riego, centros de almacenamiento, entre otros; reducción en la oferta laboral debido a los muertos y lesionados por causa de la guerra, emigración forzada y complicadas condiciones laborales postconflicto; destrucción de infraestructura educativa; y deterioro en las condiciones psicológicas de la población.
En pocas palabras, una conjunción negativa de factores que afecta negativamente la productividad total de cualquier economía sometida a un conflicto como el que vive Ucrania. En la medida que este conflicto no se resuelva es de esperar que su impacto global sobre la oferta de alimentos se extienda en el tiempo. Además, según algunas fuentes, la ventana tradicional para iniciar las labores de siembra de los cultivos para la cosecha de este año ya fue superada con creces. En otras palabras, es casi un hecho que se mantengan elevados los precios de los productos agrícolas afectados por esta guerra durante el resto del año. Aunque a largo plazo otras regiones del mundo podrían sustituir parcialmente lo que acostumbraba producir Ucrania, hay que tomar en cuenta que si estas regiones no lo habían hecho antes era porque no eran tan productivas como Ucrania y, en consecuencia, sus costos y precios mínimos de venta mayores que los de este país. Todo apunta a que las condiciones existentes en esta materia difícilmente se mejoren significativamente en lo que resta del año. Salvo, claro está, que una importante contracción económica global redujera la demanda por este y otro tipo de productos.