Guatemala, 08 de enero del 2019
Escrito por: Hugo Maul Rivas
Los mas recientes datos sobre la evolución del empleo y los ingresos laborales dan cuenta, una vez más, de la favorable situación económica. En diciembre de 2018, por nonagésimo noveno mes consecutivo desde que inició la fase de recuperación económica del presente ciclo económico, creció nuevamente el total de salarios pagados en la economía; se estima que durante 2018 se crearon más de 2.6 millones de nuevos puestos de trabajo, recuperándose así los más de 8 millones de plazas de trabajo perdidas durante la crisis financiera de 2007-08. Por si existiera alguna duda acerca de estas cifras, estos resultados nada tienen que ver con la economía guatemalteca; estos impresionantes números corresponden a la economía estadunidense. Para buena fortuna del país, la recuperación del mercado de trabajo en E.U.A. ha beneficiado también a los trabajadores de origen hispánico, grupo que ha experimentado una reducción en las tasas de desempleo de cerca del nueve por ciento en 2008 a niveles cercanos al tres por ciento en 2018. Una mejora que ha beneficiado también a todos los connacionales que laboran en aquel país e, indirectamente, a Guatemala por medio de las remesas que ellos mandan al país.
Mientras el vecino del norte lograba esta impresionante recuperación de los niveles de empleo, en Guatemala siguió creciendo la cantidad de personas que depende de actividades económicas informales para obtener algún tipo de ingresos. Por si esto no fuera suficientemente preocupante en sí mismo, hay que añadir que domésticamente no se ha podido aprovechar tan larga y fuerte recuperación de E.U.A. en materia de exportaciones o atracción de inversión extranjera directa en el país. Usando la conocida metáfora del ferrocarril, según la cual los países centroamericanos son como vagones “jalados” por la economía estadounidense, todo indica que, salvo por las remesas, Guatemala parece haberse desenganchado de la “locomotora del Norte” y no estar aprovechando la inmejorable situación económica de aquel país. Preocupante situación a la que hay que sumar la persistente desconfianza en la evolución económica del país y la poca importancia que el gobierno de turno ha dado al tema económico durante su gestión. Si a tal estado de cosas se suman los efectos colaterales del “affaire CICIG” y la incertidumbre en torno a la forma en que el presente gobierno terminará su último año de gobierno, queda claro que el país seguirá sin poder aprovechar plenamente las ventajas que ofrece la bonanza estadounidense y cargando los costos de la desconfianza, confrontación e incertidumbre sobre el clima de negocios e inversión. Difícil situación la que, desde ahora, puede preverse heredará el gobierno de Morales a quien resulte electo en el próximo evento electoral.