19 de diciembre, 2017
Por Hugo Maul R.
La última revisión de la tasa de crecimiento del PIB de EE. UU. arrojó, al tercer trimestre de 2017, una tasa anualizada de 3.3 por ciento; la mayor tasa de crecimiento para un tercer trimestre desde 2014. El débil crecimiento de principios de año probablemente impida al gobierno de Trump alcanzar la meta de tres por ciento de crecimiento anual para 2017. En todo caso, mientras la economía norteamericana mantenga este curso, la economía guatemalteca se verá beneficiada por medio de varios canales: mayor demanda para los productos de exportación; mayores niveles de remesas internacionales; ampliación de nuevos mercados; y potenciales nuevos flujos de inversión.
Aunque todo esto representa buenas noticias para Guatemala, tampoco se trata de un caso de “mana caído del cielo”. Por un lado, la mayor parte de pronósticos indican que los precios de los principales productos agrícolas de exportación, que siguen siendo un pilar importante para la economía nacional, seguirán siendo relativamente bajos y con tendencias muy leves hacia el alza; como ha ocurrido en los últimos años, el país seguirá vendiendo commodities baratos. Lo cual, en lo que respecta a “seguir vendiendo” es buena noticia, pero en lo que se refiere a “baratos”, no tanto. Afortunadamente, mientras otra cosa no suceda en materia de política migratoria, la aceleración de la economía estadounidense seguirá trayendo consigo mayores niveles de empleo entre la población hispana de aquel país y aumento en sus ingresos laborales, factores que seguirán impactando de manera positiva el volumen de las remesas y, en la medida que acá no mejoren las cosas, seguirán siendo poderosos imanes para nuevos migrantes.
No obstante los factores positivos anteriormente explicados, la fortaleza de la economía de EE. UU. también trae consigo, tarde o temprano, un gradual aumento del costo del crédito a nivel internacional. Factor que afecta directamente a pequeñas economías dependientes de los flujos externos de capitales para financiar su desarrollo. Mientras la situación actual de la infraestructura vial en el país no mejore de forma sustancial; no se resuelvan de una vez por todas los problemas en los puertos y aduanas del país; los costos de producción domésticos sigan aumentando, en especial el costo unitario de la mano de obra; y no mejore el clima de negocios e inversión, difícilmente podrán los exportadores aprovechar las oportunidades que representa la expansión del mercado norteamericano, así como tampoco podrá el país materializar la disposición de los inversionistas internacionales interesados en servir el mercado de EE. UU. desde países como Guatemala. La posibilidad de vender más a EE. UU. es simplemente una ventana de oportunidad que debería ser aprovechada, asunto que depende enteramente de cuán competitiva pueda ser la producción nacional en los mercados internacionales. Una tarea que sigue estando pendiente.