Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 05 de enero del 2021
Lo que hace un año hubiera parecido un mediano resultado más en materia de crecimiento económico, parece hoy una gran proeza. Desde la perspectiva de lo que ocurrió el año pasado, alcanzar una tasa de crecimiento de 3.5 por ciento para finales de 2021 representa un buen resultado; más si se considera que el punto de partida es una tasa negativa de crecimiento de 1.5 por ciento, durante 2020. No obstante, si se considera que nada fundamental cambió, para bien, durante 2020, una tasa de crecimiento de 3.5 por ciento resulta claramente insuficiente para superar los desafíos que afrontaba ya el país en materia social y económica a finales de 2019. Como mínimo, Guatemala debería crecer al doble de dicha tasa de crecimiento económico por varios lustros consecutivos para experimentar cambios importantes. Ante tal perspectiva para 2021, mientras más pronto se reconozca la importancia de recuperar el empleo formal perdido durante 2020, mejor; tal como lo explicó el presidente Giammattei durante su mensaje en relación al salario mínimo para 2021, la pérdida de cotizantes al seguro social hacia finales del año pasado representa un retroceso a los niveles de empleo de 2016 o 2017. Un lujo que ningún país del mundo puede darse, menos uno con tan poca capacidad de generación de empleo formal como Guatemala.
La recuperación de los empleos formales destruidos durante 2020, en muchos casos, lamentablemente, no dependerá de la recuperación económica de los sectores en donde estos se perdieron; sectores como el turismo, algunas ramas del comercio, los servicios, la enseñanza y el transporte, difícilmente recuperan plenamente el dinamismo que antes tenían durante el 2021. De esa cuenta, en momentos como estos es cuando más valioso resultaría impulsar una agenda de reformas legislativas tendientes a facilitar y brindar certeza jurídica a la inversión, operación de las empresas y generación de empleo. En tal sentido, bien haría el Ejecutivo en promover ante el Legislativo la necesidad de aprobar iniciativas que regulan el Trabajo a Tiempo Parcial; las insolvencias empresariales, a manera de favorecer la la reorganización de las empresas en problemas en lugar de condenarlas a muerte; las Zonas Francas; y las Alianzas Pública-Privadas. Sobra decir que este es un conjunto mínimo de medidas para hacer frente a los efectos de la pandemia; junto con este tipo de reformas haría falta también pensar en medidas de carácter estructural que permitan al país aumentar de manera significativa y sostenida su capacidad para generar empleo, inversión y mejorar los niveles de vida. Coloquialmente hablando, es importante que “el agua vuelva a su nivel”, así como también es importante reconocer que el “nivel” que antes existía era claramente insuficiente para el tipo de desafíos que tiene el país.