09/01/2018

Crecimiento económico 2018

9 de enero, 2018

 

Escrito por Hugo Maul R.

Según las fuentes oficiales, el país cerró el 2017 con una tasa de crecimiento de 2.8 por ciento; en general, la mayoría de los componentes del PIB, ya sea que se vea desde el lado de los componentes de la demanda agregada o del origen sectorial de la producción, mostraron algún tipo de retroceso respecto del comportamiento observado durante 2016. De hecho, a manera de comparación, la tasa de crecimiento económico del año pasado ha sido la más baja de la presente década. Un hecho que por sí solo no dice nada, pero que cuando se contrasta con la tendencia que el país viene experimentando desde el 2014 debería ser motivo de preocupación; en 2014 el país creció a un ritmo de 4.2 por ciento anual, el 2015 al de 4.1 por ciento, el 2016 al 3.1 por ciento y, finalmente, el 2017 al 2.8 por ciento. Una tasa, a todas luces, insuficiente para hacer frente al rápido crecimiento de la población y las necesidades sociales y económicas de la mayoría de la población.

A pesar de todo, la tasa de crecimiento experimentada en 2017 no es del todo mala dadas las circunstancias políticas que vivió el país, los polémicos fallos de las cortes en materia económica, la conflictividad social en importantes regiones productivas del país, la inseguridad física y jurídica para hacer negocios, la creciente polarización de la opinión pública nacional y la ausencia de una política económica definida. Razonamiento que bajo ninguna circunstancia debe utilizarse como justificación para el resultado observado. El récord histórico reciente del país en materia de crecimiento económico es injustificable para un país con los niveles de ingreso ‘per cápita’ y las características demográficas de Guatemala; para Guatemala crecer a tasas levemente superiores al ritmo del crecimiento poblacional implica que, en promedio, el nivel de vida de la población se duplique cada dos o tres generaciones. Claro está, suponiendo que dichas tasas se logran mantener de manera sostenida a lo largo de este tiempo y no ocurren crisis económicas severas durante este período.

A la luz de la discusión anterior se puede comprender fácilmente porqué, hasta cierto punto, resulta inútil discutir si la tasa de crecimiento observada durante 2017 fue menor a la proyectada originalmente por el Banguat o si la tasa proyectada para 2018 es 3.5 por ciento o 4 por ciento. Por de pronto, tal y como se vislumbra el futuro cercano, las posibilidades económicas del país seguirán estando en función del crecimiento de las remesas y de la demanda internacional, sobre todo de EE. UU., por los productos de exportación. Afortunadamente, la economía estadounidense se ha recuperado y crece, para sus estándares, de manera vigorosa y sostenida. En lo que se refiere a los factores de orden doméstico que podrían impactar positivamente el crecimiento en el país, es mejor no entrar en mayores detalles; el año 2018 no parece traer nada muy distinto a los de los últimos dos años en esta materia. La discusión que debería estar ocurriendo es cómo duplicar las actuales tasas de crecimiento y mantener dicho ritmo a lo largo de un extenso período de tiempo. Cuestión que, por de pronto, no interesa mayor cosa.

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