Escrito por: Hugo Maúl Rivas
Guatemala, 25 de febrero del 2020
Hace 18 años el SARS se presentaba como una gran amenaza para la humanidad y, por ende, para la economía mundial. Este virus, originario también de China, la provincia de Guandong, impactó de manera directa al turismo mundial y a sectores económicos en donde confluyen grandes cantidades de personas, tales como el comercio al detalle, los eventos artísticos y espectáculos deportivos. En ese entonces se hablaba de importantes riesgos negativos sobre la inversión, el consumo, las exportaciones e importaciones mundiales. Al final de cuentas, una vez la emergencia sanitaria pasó, el impacto económico resultó no ser tan grande como se había anticipado. En tal sentido, y de cara a entender mejor los riesgos que afronta el mundo con el COVID-19, es importante recordar que con el SARS resultaron infectadas cerca de 10 mil personas alrededor del mundo y murieron alrededor del diez por ciento de ellas. En la situación actual, se estima que unas 80 mil personas han sido contagiadas por el COVID-19 y unas 2 mil 600 de ellas han fallecido a causa de este mal.
En números redondos, en una tercera parte del tiempo que duró la emergencia del 2003, se han contagiado ocho veces más personas y han muerto 2.6 veces más de ellas a causa del COVID-2019 que del SARS. Al momento se han confirmado personas contagiadas con este mal en 35 países, casi una docena más que con el caso del SARS. Además que, hace 17 años China tenía mucho menos importancia para la economía mundial que hoy en día; en 2003 su contribución al PIB mundial era del cuatro por ciento y ahora es del 17 por ciento. Por más que los pronósticos originales del impacto económico del SARS terminaron siendo muy alarmistas, la sola magnitud de lo que hasta ahora se ha visto del COVID-19 debe ser razón suficiente para estar muy preocupados. El renovado optimismo en el futuro de la economía mundial experimentado hacia finales de 2019 se desvanece rápidamente en la medida que este virus avanza por el mundo y la economía china sufre un golpe directo; las interrupciones en las cadenas globales de suministros representan grandes riesgos para importantes sectores a nivel mundial. No es casualidad que los principales indicadores bursátiles alrededor del mundo hayan experimentado importantes caídas este lunes y que el oro haya alcanzado niveles récord. Habrá que rogar para que, al igual que con con el SARS, el período de crisis sea mucho más corto que lo que se ha estimado; que la cantidad de personas que pierdan la vida no siga creciendo de forma acelerada; y que las pérdidas experimentadas por los mercados bursátiles alrededor del mundo se reviertan rápidamente cuando inversionistas y consumidores recobren la confianza. Por de pronto, la moneda sigue en el aire y aprovechar el tiempo para prepararse para escenarios más complicados.