23/06/2020

Corto Plazo vs Largo Plazo

Escrito por: Hugo Maul Rivas


Guatemala, 23 de junio del 2020

El Índice Mensual de la Actividad Económica, IMAE, por un lado, mostró el pasado mes de abril una caída de 10.2 por ciento respecto de su valor en abril del año pasado. Las exportaciones totales del país, por otro lado, que originalmente se pensaba iban a ser impactadas de manera profunda e inmediata a causa de la crisis, mostraron al mes de abril una tasa de crecimiento de 4.6 por ciento durante el mismo período de referencia. Las remesas, otra variable que se creía iba a caerse en picada, mostró una reducción acumulada a mayo de este año de alrededor de tres por ciento; mientras que el Índice de Confianza de la Actividad Económica –ICAE- del Sector Privado, medición basada en las percepciones de un panel de expertos económicos consultados por el Banguat, mostró el pasado mes de mayo un repunte positivo de 19 por ciento respecto de la dramática caída que experimentó durante el mes de abril. Antes de sacar cualquier conclusión al respecto, es preciso reconocer que ninguno de estos indicadores es capaz de revelar a ciencia cierta el verdadero estado de las cosas. En todo caso, dependiendo con el cristal que se vea, para algunos las noticias son malas, pero no tan malas y para otros son buenas, pero no tan buenas. A lo sumo, lo que puede decirse es que las señales económicas son escasas y confusas.

En la medida que el tiempo pase, seguirá creciendo el desempleo latente, en forma de trabajadores suspendidos por tiempo indeterminado, y el desempleo real, en forma de personas que efectivamente han perdido su trabajo; asimismo, crecerá también la cantidad de empresas “zombies”, que aparentan estar vivas pero no muestran ninguna señal de movimiento, y empresas que efectivamente murieron. En la medida que el estado de emergencia se extienda en el tiempo, la fatiga derivada del mismo reducirá de forma gradual la capacidad de recuperación del sistema económico y la posibilidad de seguir utilizando estímulos monetarios y fiscales sin comprometer la estabilidad macroeconómica. En todo caso, independientemente del deterioro económico de corto plazo, hay que reconocer la necesidad de empezar a pensar en las medidas de política económica necesarias para hacer frente a una posible larga y complicada recuperación. Una recuperación que no se logrará solo en base a estímulos fiscales y políticas sociales más efectivas y focalizadas, sino que requerirá acciones osadas y visionarias para promover condiciones que permitan la generación masiva de empleo formal y estimular la inversión, productividad e innovación. Aunque algunos digan, citando a Keynes, que “en el largo plazo todos estamos muertos”; en esta crisis particular, de no comprender la importancia de planificar para el futuro, también podría decirse que “todos estamos muertos” si el interés solo radica en el corto plazo.

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