22/10/2020

Corrupción, mal intolerable

Escrito por Verónica Spross

Guatemala, 22 de octubre del 2020

En la mayoría de índices que se realizan a nivel mundial salimos en últimos lugares. Es difícil explicar por qué salimos tan mal si tenemos tantos recursos naturales y humanos, que podrían contribuir a que Guatemala reportase mejores indicadores económicos y sociales. Una hipótesis muy fuerte es la existencia de corrupción en muchos ámbitos del gobierno.

Desde 2015, en que salimos a la plaza para exigir el fin de la corrupción, se realizaron acciones para sancionar casos de malversación de fondos, pero no han sido suficientes para sentar un precedente y evitar otros casos. Pareciera que la corrupción paga, es decir que el riesgo de ser castigado por acciones contrarias a la ética y a la honradez es muy bajo. Si los funcionarios públicos percibieran que van a ir a la cárcel y vieran una alta probabilidad de castigo, dejarían de realizar los actos criminales y lesivos para el bien común, que enmarcamos como corrupción.

Hace una semana la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, FECI, realizó un allanamiento en un inmueble de La Antigua Guatemala. Encontró 22 maletas repletas de dólares, euros y quetzales en efectivo, equivalentes a 122 millones de quetzales. Ha resultado implicado el exministro de Comunicaciones José Luis Benito, arrendatario de la vivienda donde se encontró el dinero. El Ministerio Público ejecuta allanamientos producto de la orden de captura formulada de modo que responda por el delito de lavado de dinero.

Se presume que el dinero proviene de comisiones ilícitas captadas durante el gobierno de Jimmy Morales. Es frustrante que el gobierno que se anunció como “ni corrupto, ni ladrón” haya resultado debiendo en materia de transparencia. Pareciera que el incentivo para llegar a ser funcionario de gobierno es enriquecerse, y no tanto servir a la comunidad, como debería ser el objetivo del servicio público. Muchos creen que llegan a un puesto público para beneficiar a amigos, parientes y correligionarios del partido político.

¿Por qué no logramos como sociedad vencer estos males que nos agobian y limitan la capacidad de mayor desarrollo económico y social? ¿En dónde falló la formación ética de los ciudadanos? ¿Cómo pueden algunos buscar enriquecerse a costas de los impuestos que a personas laboriosas costaron sudor y mucho trabajo? Hay muchas preguntas que los ciudadanos de a pie no saben responder. Es tiempo de poner un límite al clientelismo, al robo y a la corrupción. La cruzada por la transparencia no debe cesar; todo acto ilegal debe ser juzgado y castigado.

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