Escrito por: Hugo Maul Rivas
Guatemala, 30 de julio de 2019
Más allá de las formas jurídicas que deban respetarse por las partes para darle validez legal a cualquier convenio destinado a frenar la migración hacia el Norte, son muy pocos los grados de negociación que tiene cualquier gobierno de esta región dada la alta proporción de exportaciones y remesas, inversión directa, ayuda oficial y financiamiento externo dirigidas a y provenientes de de EE. UU., respectivamente. De esa cuenta, para no poner en riesgo la situación económica de millones de guatemaltecos, es casi seguro que se termine por aceptar cualquier condición que el gobierno estadounidense decida imponer para conseguir su objetivo. No obstante, es importante reconocer que desde la perspectiva del comercio internacional existe un relación directa entre los flujos de comercio internacional y la movilidad de factores de productivos, migración internacional de trabajadores en este caso. Estando constantes todos los demás factores, la migración de trabajadores desde un país con abundancia relativa de mano de obra, como Guatemala, hacia un país con escasez relativa de mano de obra, como EE. UU., es equivalente a la exportación de productos intensivos en el uso de mano de obra desde aquí hacia allá.
De esa cuenta, una forma de frenar la migración sería facilitando el crecimiento de las exportaciones de productos guatemaltecos intensivos en el uso de mano de obra, preferentemente productos manufacturados de alto valor agregado. En ese contexto, Guatemala podría pedir a cambio de aceptar un convenio de Tercer País Seguro, por ejemplo, que se mejoren todavía más las condiciones de acceso de las exportaciones de Guatemala hacia aquel país. Esto es, eliminar restricciones no arancelarías que todavía existan, reducir a cero impuestos de importación a ciertos productos guatemaltecos con alto potencial para generar empleos productivos en el país y asegurar flujos de capital estadounidense, en forma de inversiones directas, en sectores productivos intensivos en el uso de mano de obra y/o inversiones en infraestructura productiva. En otras palabras, si desean que la mano de obra no se movilice en carne y hueso, que faciliten y apoyen la movilización internacional de la mano de obra contenida en mercancías o servicios. A largo plazo, la libre movilidad de mercancías y servicios logra el mismo objetivo en términos de bienestar que la movilidad de las personas. En todo caso, si el convenio viene porque viene, nada se pierde con pedir algo a cambio. Lo importante es tener claro qué pedir, de manera que ambas partes puedan beneficiarse del trato. Al fin de cuentas, “de lo perdido, lo que aparezca”.
Lo cual no implica que países como Guatemala no tengan ningún margen de maniobra; que la contraparte acepte condicionantes es otra historia.