Guatemala, 22 de enero del 2019
Escrito por: Hugo Maul Rivas
La lucha contra la corrupción demanda acciones concretas dirigidas para fortalecer las instituciones, construir acuerdos sociales, garantizar la independencia judicial, castigar a quienes incurren en actos ilícitos, fomentar la educación en valores, transparentar la función pública, etcétera. En ausencia de acciones de este tipo, es imposible pretender que quienes se han enriquecido del atraco continuado a la hacienda pública abandonen su empresa; han invertido mucho en asegurarse la efectiva cooptación de los tres poderes del Estado y de los órganos de control como para abandonar su forma de operar por voluntad propia. En términos generales, la situación que viven hoy muchos países de la región es producto de la colisión de estas dos formas distintas de concebir el funcionamiento de la política y el Estado. Si bien cada país afronta este conflicto a su manera, con sus propias luces y sombras, en todos ellos se han vistos los procesos electorales como una renovada esperanza de cambio. Guatemala no fue la excepción, algo de esto ocurrió durante el último proceso electoral; el nuevo proceso electoral que se avecina parece no estar impregnado del mismo optimismo que se tenía antes. Extrapolando por lo que sucede en el proceso electoral de El Salvador, parece que hay razones sobradas para la falta de optimismo. No interesa a todos los políticos en contienda comprometerse seriamente en el combate contra la corrupción.
El pasado mes de noviembre, más de 80 organizaciones de la sociedad civil, en donde se cuenta a representantes de todo tipo de intereses de aquel país, firmaron con gran entusiasmo construyeron un acuerdo contra la corrupción basado en siete ejes principales; una especie de “Plan Visión de País” en materia anticorrupción. Para sorpresa de los hermanos salvadoreños, el acuerdo solamente fue firmado por dos representantes de los partidos políticos en contienda: los candidatos a la vicepresidencia de la coalición que encabeza Arena y del partido VAMOS. Los candidatos del FMLN, partido gobernante, y de Gana, segunda fuerza en contienda en este proceso, brillaron por su ausencia. Corresponde a los partidos políticos en contienda y a sus respectivos candidatos ser completamente claros en esta materia. Hay que pasar de las simples manifestaciones de buenas intenciones y de las frases inspiradoras; de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno y las bonitas palabras se las lleva el viento. No basta con mencionar el tema de pasada; se necesitan compromisos firmes, creíbles y comprobables de sus posturas respecto del combate a la pobreza. Lamentablemente, este tipo de compromisos podrían no interesar a todos los políticos y partidos en contienda.