08/03/2016

CNEE: Lamentable pérdida

A pesar de los importantes desafíos que todavía mantiene el sector eléctrico en el país, los resultados alcanzados hasta ahora constituyen uno de los pocos ejemplos a nivel nacional de una reforma estructural relativamente exitosa. El desarrollo de este sector es un ejemplo de la importancia de una coordinación exitosa entre la planificación sectorial, a cargo del Ministerio de Energía y Minas, la regulación independiente del mercado, a cargo de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica, y la operación eficiente del mercado, a cargo de los diversos actores del sistema previstos en la legislación. Salvo algunos grupos ideológicos extremistas, que demandan medidas radicales como la nacionalización del sistema eléctrico, en un extremo, o la eliminación total de la regulación estatal sobre el mercado, en el otro extremo, existe un acuerdo bastante amplio acerca de los avances en materia de precios, cobertura del sistema, capacidad instalada, diversificación de la matriz energética, capacidad exportadora, nuevas inversiones, nivel de competencia interna dentro del mercado, etcétera.

Una situación que, en gran medida, ha sido producto del compromiso de un pequeño grupo de profesionales altamente capacitados, independientes y honestos que tomaron para sí la responsabilidad de desarrollar el sector de acuerdo al modelo adoptado por Guatemala por medio de la Ley General de Electricidad. Dentro de estas personas, sin lugar a dudas, destaca el aporte de la licenciada Carmen Urízar al ordenado desarrollo del sector. Su participación como ministra de Energía y Minas, durante el gobierno de Berger, y como presidente de la CNEE hasta hace unos días, ha sido crucial para lograr muchos de los resultados que hoy se tienen. Sobre todo, en lo que respecta a la construcción y defensa de la independencia de las autoridades a cargo de la regulación del mercado y en materia de la planificación a largo plazo del sector.

Independientemente de cuáles hayan sido las razones detrás de su renuncia, y de la opinión puntual que pudiera tenerse de sus últimas actuaciones, no existe duda alguna que la salida de Urízar constituye una irreparable pérdida para el sector. Su renuncia constituye una señal muy negativa sobre la credibilidad del ente regulador del mercado. Para nadie es un secreto que, en situaciones como esta, no faltan quienes quieran aprovechar el vacío resultante para consolidar su poder dentro del ente regulador y manipular las decisiones regulatorias en su propio beneficio, tal y como sucedió varias veces en el pasado. En tal sentido, aunque pudiera no parecerlo al observador casual, la salida de profesionales como Urízar puede tener consecuencias muy negativas para el sector. Sobre todo si al momento de llenar su vacante no se tiene el cuidado de nombrar a alguien con alta capacidad técnica, honorabilidad e independencia de los intereses existentes en el sector. Por de pronto, corresponde a los dos otros directores estar a la altura de las circunstancias y manejar con total independencia y fortaleza de carácter la CNEE.

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